Los otros Chile



23 de septiembre del 2003
Patricio Malatrassi A.Taller de Economía ICAL
Rebelión
Uno de los grandes logros de la dictadura fascista de la burguesía chilena
fue la creación y mantención del Chile virtual. Máscara para ocultar un país
donde la tortura y el asesinato eran política de estado e imponiendo un
modelo económico de un costo humano incalculable. Su rol no ha cesado. El
neoliberalismo, base económica del gobierno, ha mejorado y refinado su
accionar. Oculta eficazmente lo que un periodista español acertadamente
llama los "dos o tres Chile que hay detrás de una economía que actualmente
es socia de Estados Unidos, Europa, Corea del Sur y Singapur" (Antonio
Travería, El Periódico de Barcelona).

Así en la economía todo es optimismo. No importa que el Informe de Política
Monetaria (IPOM) del Banco Central acote sus proyecciones de crecimiento
para este año desde el rango de 3 % a 4 %, predicho en mayo, a solamente 3 %
a 3,5 %. La baja es enmascarada con la proyección de un horizonte más
lejano, el 2004, donde la actividad económica tendría una expansión entre 4
% y 5 %. ¿Quién se acordará entonces de estas predicciones? Sobre todo
teniendo en cuenta que la nave chilena navegará en otras aguas, de imposible
aprehensión, dado el dominio del azar de una economía de mercado.

La proyección hace sus cimientos en un posible fortalecimiento y
recuperación de la economía de Estados Unidos, sin considerar la
incertidumbre que conecta los nodos centrales de la economía internacional,
sobre todos los ligados a los precios de los combustibles que muestran una
alta volatibilidad.

Aquí el actual hombre de Washington en el Banco Central muestra también lo
que ha sido una constante en su accionar: anunciar la recuperación de la
economía norteamericana cada cierto tiempo, con una constancia que en algún
momento es posible le haga coincidir con la realidad. Por de pronto los
riesgos asociados a los inmensos déficit de cuenta corriente y fiscal de
Estados Unidos son lo único cierto.

Los que han estado ganando plata en el Chile de hoy encuentran buenos
indicadores en el tipo de cambio, riesgo país y otros indicadores que
trabajan en la sicología de las personas y no en la economía real, a fin de
inducir pautas de optimismo sobre el futuro económico. Cosas del tipo, hoy
bien, mañana mejor.

De allí que en un reciente sondeo de opinión realizado en un congreso por la
institución empresarial llamada ICARE, el 60 por ciento de los hombres de
negocios chilenos evalúen el estado actual de la economía como positivo o
muy positivo, mientras que menos del 3,5 por ciento piensan que es negativo
o muy negativo. En simple los empresarios están contentos con el Gobierno de
Lagos. Por de pronto la receta personal de Vittorio Corbo, presidente del
Banco Central acerca de que "El crecimiento de largo plazo de un país
depende de las oportunidades que se creen para contratar trabajadores, para
innovar," suena irrisoria en un país 'tomado' por los librecambistas
neoliberales, y que de pasada hacen descansar el teman en "todos los avances
que se puedan hacer en materia de flexibilidad laboral".

Ahora bien si nos referimos a los "otros Chile" para confrontarla al
optimista 2004 del Gobierno y del Banco Central que coinciden en sus
apreciaciones tenemos que el acuerdo comercial con Estados Unidos (TLC)
disminuirá la recaudación fiscal en US $ 243 millones. Frente a esto un
'auspicioso' informe de la Cámara de Diputados pronostica que hacia el 2016
el tratado generará un crecimiento de 2 % de la economía chilena.
Actualmente, las importaciones provenientes de Estados Unidos bordean los US
$ 3.000 millones pagando un arancel promedio de 5,65 %,el que bajará a 0,54
% con la entrada en vigencia del TLC.

Complementario a esto encontramos en desarrollo "la desviación de comercio"
que enlazará Estados Unidos como consecuencia de que las importaciones
estadounidenses se harán más competitivas que las de otros orígenes por
pagar menos aranceles, estimadas en US $ 260 millones que dejarán de pagar
con gravámen promedio de 2,62 %. Otro factor de merma en la recaudación
fiscal es dotada por el levantamiento del impuesto al lujo en un horizonte
de cuatro años. Está claro y así lo ha demostrado la imposición de un punto
en la subida del IVA para compensar el déficit producido por los TLC pero
ninguna autoridad de gobierno ha explicado cómo se compensarán los
aproximadamente US $ 2.000 millones de disminución que tendrá el ingreso
fiscal hasta el supuesto crecimiento que se producirá con el aumento del 2 %
del PIB en el año 2016.

En el escenario real el comercio exterior en manufacturas ha sufrido una
caída en los últimos 20 meses de 19,8 %. Caída que ha afectado a los envíos
de las cuatro más grandes economías de América Latina: México, Argentina,
Venezuela y Brasil. Todo esto informado por la asociación de Exportadores de
Manufacturas y Servicios (ASEXMA). Este magro panorama perfila una baja de
la demanda de Venezuela desde US $ 178 millones a US $ 85 millones con un
desplome del 52,2 %. Argentina y Brasil presentaron disminuciones en sus
compras de manufacturas chilenas en el mismo período de 22 % y 25 %
respectivamente. Las exportaciones de julio del 2003 fueron encabezadas por
Estados Unidos que adquirió US $ 88 millones concentrando 23,7 % de los
envíos, principalmente piezas de madera, vinos y otros productos
agroindustrales de relativo bajo valor agregado. Nadie de los optimistas
pone en cuestión tampoco que el crecimiento se explica por el crecimiento de
la producción minera en un 24,4 % que sigue inundando los mercados con cobre
que sigue incidiendo negativamente en los precios.

Importante también es la caída de las importaciones en agosto que cayeron en
6,2 % comparadas con igual mes del año 1992 (Informe del Banco central). Es
cierto que la base de comparación es alta pues las importaciones en Agosto
de 2002 crecieron en 21 %, no obstante es un elemento a considerar, toda
vez, que la caída de las importaciones implica una contracción del gasto
interno, en otras palabras deteriora la alicaída demanda agregada lo que
moverá a la baja los indicadores de agosto 2003.

El Chile disfrazado sigue siendo exportador de mercancías con bajo valor
agregado con una ofensiva distribución del ingreso. El Chile disfrazado
oculta otro, corrohído por el imparable fenómeno de la delincuencia. El
gobierno guardó durante más de dos semanas el último informe sobre los
delitos con los peores resultados desde 1997 y lo lanzó a la circulación
cuando las personas tienen volcada su atención hacia la conmemoración del
Golpe de Estado del 11 de septiembre. La delincuencia crece respecto de los
delitos de mayor connotación social, la tasa cada cien mil habitantes sube
casi en un 80 % y la de robo con violencia o asalto, en un 161 %. En los
últimos diez años se han duplicado los fondos para la policía uniformada
pero la delincuencia no baja. Prácticamente todas las medidas como la
modernización de la justicia: el plan cuadrante, el Programa Comuna Segura y
otros, por más bien diseñados que estén, no resolverán un problema que tiene
su génesis principal en un modelo económico que produce este estado de
cosas. La apertura indiscriminada de la economía deja a millones de personas
en el desempleo o en el empleo precario. Con segmentos de la juventud donde
el desempleo llega al 40 %, a la vez que los bombardea día y noche con
pautas de consumismo desatado. Con el ejemplo de las autoridades de gobierno
que roban a manos llenas o se otorgan sueldos e indemnizaciones fabulosas.
Nada obtendrán con medidas de represión policial. Lo que requieren esos
miles de seres humanos es trabajo digno, valores morales, asentados en
igualdad de oportunidades materiales de vida digna. Ahora tienen como pauta
relevante de conducta una sociedad de clases donde impera el robo
institucionalizado. Los que profitan de un poder económico a espalda de una
miseria generalizada por más que se encierren en sus mansiones ya
infinitamente segregadas no podrán detener su propia creación. Su riqueza,
su consumo suntuario es una verdadera ofensa a los desposeídos. Las cárceles
están más que saturadas. Los guardias que no son más que trabajadores tan
explotados como los otros se constituyen en correas transportadoras de
información de todos los posibles métodos de seguridad que se pongan en
práctica. Los economistas del sistema deberían recordar que el mundo de la
delincuencia les manda un mensaje muy claro: el costo de oportunidad de la
delincuencia es mucho menor que la integración a un modelo económico que no
les brinda ninguna oportunidad. En el mundo del hampa, a diferencia del
resto de la economía, se cumple la Ley de Say, y la oferta crea su propia
demanda