argentina: KIRCHNER LE PEGO DURO AL FMI Y RECOGIO EL APOYO DE SCHRoDER



Palos para el modelo del '90 El Presidente habló al cierre de la Cumbre
progresista y enrostró a los organismos internacionales su parte de
responsabilidad en la crisis argentina. Trascartón, recibió del primer
ministro alemán la promesa de interceder ante el FMI en pro de las
negociaciones con nuestro país.El Presidente sigue viaje a Bruselas.

Por Fernando Cibeira
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 "Si hace falta, yo estoy dispuesto a hablar todas las veces que sea
necesario con Horst Köhler." De esta forma, el canciller alemán Gerhard
Schröder le mostró al presidente Néstor Kirchner que no tenía problemas para
interceder frente al titular del Fondo Monetario Internacional -que fue
ministro de Schröder- en caso de que las negociaciones para alcanzar un
acuerdo a largo plazo se compliquen. El anfitrión de la Cumbre de Gobiernos
Progresistas, el británico Tony Blair, también se comprometió a mantener su
teléfono abierto para el presidente argentino por si pudiera servir para
desatar algún nudo. El respaldo sin condiciones de estos dos gobiernos
integrantes del poderoso G7 -al que podría agregarse un tercero porque el
respaldo de Canadá se descuenta- fue el saldo positivo más importante que le
dejó a Kirchner la cumbre progre, la primera escala de su gira europea.
De yapa, Schröder ni siquiera le mencionó que Argentina había dejado de
pagar su deuda externa dejando un tendal de tenedores de bonos furiosos,
muchos de ellos alemanes. Kirchner, como contragolpe, tenía preparada una
queja sobre los embargos a cuentas y bienes argentinos en Alemania, pero no
hizo falta. En la entrevista que mantuvieron ayer, Schröder se mostró
amistoso desde el vamos.
En ello debe haber tenido algo que ver la tarea de ablande que pudo ejercer
sobre el ánimo de los primeros ministros poderosos el tono del discurso de
Kirchner en la inauguración de la jornada de trabajo de ayer. Reelaborando
la estrategia que ya le había dado buenos resultados durante la visita del
propio Köhler a Buenos Aires, involucró a las potencias y a los organismos
internacionales de crédito entre los factores causantes de los padecimientos
económicos argentinos. Recordó que el FMI había paseado a Carlos Menem como
un modelo a seguir frente a todo el mundo y que ese modelo había llevado al
quiebre institucional y a la exclusión social.
Y al hablar de la debacle, tiró como al pasar que ahí hubiera sido necesaria
la solidaridad y la comprensión de, por lo menos, quienes estaban allí
sentados alrededor de una mesa ovalada. E insistió en un punto: que los
países europeos tienen que dar prioridad a la solución de los problemas que
sufren los países pobres porque así también solucionan los de ellos. Y puso
el ejemplo de las oleadas inmigratorias que muchos países de Europa ya no
saben cómo detener, que les ocasiona trastornos concretos como el
crecimiento de los índices de desempleo e inseguridad.
Blair, que en la conferencia de prensa posterior demostró ser rápido y
ocurrente, cerró con una anécdota que sería cómica si no fuera trágica. Dijo
que seguía de cerca la evolución de la crisis económica argentina y que en
su momento había tenido información de primera mano sobre lo complicado de
la situación. Fue en agosto del 2001, cuando pasó brevemente por Misiones
para visitar las Cataratas del Iguazú en la escala de un viaje y se encontró
con Fernando de la Rúa. "'¿Cómo anda?', le pregunté a De la Rúa", contó
Blair. "Y él me respondió: 'Tengo una enorme crisis, el sistema bancario
está desmoronándose, mi imagen positiva es del 4 por ciento y me acaban de
operar del corazón'."
Comprendido
Como habían acordado el domingo, Blair y Kirchner tuvieron un nuevo
encuentro, más breve que el anterior. Kirchner le insistió sobre la cuestión
de la soberanía en las islas Malvinas, una reivindicación que ningún
presidente argentino había vuelto a mencionar frente a un primer ministro
británico desde el conflicto bélico de 1982. "Ya hubo la suficiente pausa
histórica para volver a negociar", le dijo Kirchner ayer. "Comprendo", se
limitó a responder Blair. "Al lado de la negativa rotunda de antes, es un
avance", traducían cerca del Presidente. También tuvo su gesto de apoyo con
Kirchner el primer ministro de Suecia, Goran Persson. El sueco quería saber
cómo pensaba sacar al país del estancamiento económico. "Ni el
neoliberalismo de los '90, ni tampoco ningún tipo de dirigismo. Vamos a
permitir la libre flotación de la moneda, a favorecer la sustitución de las
importaciones y el desarrollo de nuestro mercado interno", le respondió. A
Persson le gustó la receta porque lo palmeó en la espalda y le mostró el
pulgar en alto.
Los 14 presidentes que participaron de la cumbre se mostraron por única vez
juntos en la conferencia de prensa posterior, donde respondieron a un total
de cinco preguntas. Blair se lució en su rol de moderador, demostrando
cuánto le conviene dedicarse cuanto antes a los temas sociales y sepultar la
pesadilla iraquí. Parado detrás de un atril, el inglés pedía las preguntas
diciendo el nombre del país, mientras los otros jefes de Estado esperaban
sentados en sus lugares como buenos alumnos.
Blair no pidió preguntas argentinas, así que Kirchner no habló, en cambio un
periodista brasileño le hizo pasar un mal momento al presidente Luiz Inácio
Lula da Silva cuando le preguntó cómo era qué ahora participaba de los
mismos foros que su enemigo, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.
"Cardoso no dejó la situación del país delicada porque participó de este
foro", respondió Lula.
Documento
Las cuatro carillas en las que quedaron expresadas las conclusiones de la
cumbre tienen muchos de los ítem del manual de buenas intenciones típico de
este tipo de encuentros (ver en detalle página 4).
Finalmente, no prosperó la propuesta argentina de sumar la pobreza extrema
entre las causas por las que podía intervenir en un país el Consejo de
Seguridad de la ONU. En realidad, tampoco quedaron las otras que se habían
barajado como genocidio o limpieza étnica. Algunos países consideraron que
de esa forma Blair intentaría conseguir una justificación post facto de la
invasión a Irak. En el texto, se hace una sola mención a la región, en el
punto referido a la agenda global del progresismo. Allí se considera a la
integración como la forma adecuada de combatir los riegos que acarrea la
globalización. Y que en Sudamérica eso significa fortalecer y profundizar el
Mercosur y continuar favoreciendo la integración sudamericana.
Los presidentes abandonaron raudos el Penny Hill Park Hotel, en Surrey, sin
quedar en verse de nuevo. Fue la cuarta cumbre por el estilo, siempre con
caras nuevas a excepción de Blair, Schröder y Persson, quienes, con altas y
bajas, al menos se han mantenido. Obviamente que nadie tiene la permanencia
asegurada, como se encargó de remarcar Lula en el sofocón que le provocó la
pregunta que le hicieron. "Tal vez la próxima vez que vengamos no sea Blair
quien nos reciba", comentó, algo que fue recibido con gesto imperturbable
por el primer ministro.
Para Kirchner y Lula fue su primera cumbre progresista, por lo que se
ganaron el espacio de la curiosidad que provoca su figura y el trío regional
que conforman junto al chileno Ricardo Lagos. El santacruceño fue el último
presidente en abandonar el hotel, mientras se desmontaba el gigantesco
operativo de seguridad armado alrededor del evento, que por momentos se
acercaba al absurdo.
Junto a los argentinos, a la espera de Kirchner se juntaron periodistas
chilenos, españoles y de agencias internacionales. "Es que es el único que
todavía no dio entrevistas", se justificaba la colega española. "Es que es
tímido", le respondía un chileno. "En mi país es al revés, los políticos se
matan por aparecer en los medios", subrayaba la española, como si en algún
lugar fuera diferente. Kirchner apareció al rato y se pudieron sacar la
espina