messico: Presionan empresas para desalojar a poblados indígenas de Montes Azules



Desarrollan proyectos ecoturísticos para "garantizar la conservación" de la
selva
 Inversionistas apoyados por autoridades federales reditan andanada de
declaraciones
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
http://www.jornada.unam.mx/014n1pol.php?origen=index.html&fly=1
San Cristobal de las Casas, Chis., 3 de junio. En un terreno minado por las
políticas contrainsurgentes que pretenden "contener" y debilitar las
demandas de los indígenas rebeldes de Chiapas, los proyectos turísticos
conservacionistas de carácter privado insisten en abrirse paso, sobre todo
en el sur y el oriente de Montes Azules. Las presiones de los inversionistas
han aportado un nuevo componente crítico a la escandalosa situación en dicha
"área natural protegida".
El grupo Alquimia, por ejemplo, negocia la concesión de terrenos en la
ribera interior del río Santo Domingo, próximo al Ixcán guatemalteco, para
construir un centro turístico. Este grupo es el exitoso concesionario de
X'caret, El Garrafón, Xel-há y el flamante e impugnado parque Cañón del
Sumidero. Según reconoció en diciembre el secretario chiapaneco de Turismo,
Luis Pedrero, Alquimia "está interesado en invertir en los afluentes de los
ríos Lacantún y Santo Domingo".
Por lo pronto, y para que no digan, el gobierno ha propiciado la
construcción del embarcadero Las Nubes, con un estacionamiento, un mercadito
y un restaurante en la ribera opuesta del Santo Domingo, a cargo de los
indígenas del lugar.
En la misma región donde se localizan los asentamientos indígenas más
amenazados de desalojo (Nuevo San Isidro y Nuevo San Rafael-Ignacio
Allende), la apertura ecoturística gana terreno. No lejos de Boca Chajul, ya
se convirtió en "parque ecoturístico" el lugar denominado Las Guacamayas,
santuario de millares de estas aves, un prodigio natural al que no falta
mucho para que le pongan taquilla.
Los proyectos de Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable A.C. en las
estaciones de Chajul, Jalisco y Tzendales, con la amigable participación de
Ford Motor Company, ya cuentan con la venia de las autoridades federales
(Semarnat, Profepa, CNAP). Todas las entidades mencionadas, con el respaldo
de Conservation International, World Wildlife Fund y el Instituto de
Historia Natural y Ecología, desataron una ofensiva declarativa en agosto y
septiembre de 2001 para pavimentar el desalojo, "inclusive violento" se
llegó a decir, de los poblados tzotziles, tzeltales y choles ubicados en
Montes Azules, para "garantizar la conservación" de la selva. Una campaña
similar se desató a finales de 2002. En ambos casos la fiebre declarativa
probó ser el anuncio de nuevos intentos de desalojo.
La semana pasada, los mismos actores y voceros reditaron este clima de
presión declarativa, como "anunciando" una nueva andanada, si bien se sabe
que de momento no existe consenso en la mesa ambiental (federal y estatal)
para ello.
¿Ensayando escenarios de destabilización en la selva?
Las nuevas tácticas de contrainsurgencia diseñadas para nuestro continente
poseen una complejidad aún poco registrada por los analistas. En Colombia
(verdadera Jauja de estas estrategias y sus letales resultados), como acaban
de confirmar las matanzas de guahíbos y campesinos en Parero y Flor
Amarillo, provincia de Arauca, hace un mes, los ataques "paramilitares" ya
no los realizan paramilitares, sino el propio ejército, medio disfrazado.
Los ataques a esas comunidades del "Arauca vibrador" colombiano, además de
mortíferos, son montajes.
Algo similarmente novedoso, toda proporción guardada, "ocurrió" en la selva
Lacandona en la segunda quincena de mayo. A pocos días del presunto ataque
"guerrillero" contra la policía en el barrio de San Bartolomé (municipio
Venustiano Carranza), la prensa local reportó la "aparición de un nuevo
grupo armado" en el corazón de las cañadas, hacia el límite occidental de
Montes Azules, a la altura de Pichucalco y Amador Hernández. La misma prensa
"descartó" categóricamente que se tratara del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), si bien se trata de una zona fuertemente
zapatista.
Ciertamente, por sus acciones y vestimenta, los hombres armados que se
pasearon unos días por las tierras bajas de la sierra de San Felipe no se
parecían en nada a los rebeldes zapatistas. Algunos testimonios de indígenas
parecen confirmar este operativo "guerrillero", que habría consistido en
hacerse ver, individuos armados como un ejército profesional y con camisas
beige idénticas a las de los trabajadores de Pemex, humillando a campesinos
y amenazándolos gratuitamente. A uno, en estado de ebriedad, lo
"secuestraron" unas horas, y para bajarle la borrachera fingieron fusilarlo
varias veces. Al final lo dejaron amarrado.
Hacia finales de mayo, indígenas de la región recorrieron la "ruta" del
grupo, que había desaparecido dejando rastros efectistas de fogata y
campamento, y se esfumó como si nada. La Unión de Ejidos Nuevo Paraíso,
perteneciente a la Asociación Rural de Interés Colectivo, Aric Independiente
y Democrática, había expresado preocupación el 27 de mayo al denunciar que
su compañero David Gómez fue torturado y abandonado en las afueras del
ejido.
Esta "aparición" fue comentada de inmediato por el ex presidente de la
priísta Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos
(Opdic), Homero Hernández González: "No se puede descartar que como una
manifestación de rechazo a la falta de respuestas a las demandas de la
sociedad, algunos busquen otros medios para presionar, así como lo hizo el
EZLN en 1994" (Cuarto Poder, 28 de mayo).
La Opdic, liderada por el diputado local Pedro Chulín Jiménez, ha sido
señalada como paramilitar y responsable de diversos actos de violencia en el
norte de la selva y la reserva de Montes Azules. A fin de cuentas opositores
del actual gobierno, además de instrumento antizapatista, estos priístas "no
descartan", mustios, que otros grupos "tomen las armas". No parece
importarles que el "comando a modo" que asomó por las cañadas no estuviera
conformado por indígenas.
Estos fantasmas "guerilleros", por cierto, "aparecieron" al cumplirse 10
años del primer incidente de combate entre el EZLN y el Ejército federal en
la sierra de Corralchén, en mayo de 1993. Y ya ven cómo le gustan las fechas
y los aniversarios a quien sea que decide las acciones contrainsurgentes en
la zona de conflicto.