BRASIL:Pacificar Colombia para liderar América del Sur



Mario Osava

RIO DE JANEIRO, 4 mar (IPS) - La situación de Colombia obstaculiza el plan
del nuevo gobierno brasileño para afirmar su liderazgo en América del Sur,
un desafío que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva empezará a afrontar
este viernes, cuando su par colombiano Alvaro Uribe visite Brasilia.
El país vecino preocupa por su gran exportación de cocaína, por los
conflictos armados que amenazan desbordar sus fronteras y también por la
presencia estadounidense en su territorio, incluso militar, que restringe
posibilidades de influencia brasileña en Colombia y en el subcontinente.

Lula impulsa una diplomacia audaz, en vez de la postura "burocrática, de
excesiva cautela" que ubicaba a Brasil en un papel "inferior a su
importancia política", dijo a IPS el profesor de economía internacional
Theotonio dos Santos, de la Universidad Federal Fluminense de la ciudad de
Niterói, cercana a Río de Janeiro.

La primera señal de esa nueva política fue una iniciativa para amortiguar el
conflicto en Venezuela entre el presidente Hugo Chávez y sus opositores, que
provocó varias muertes y amenazaba con crear el caos en ese país.

Brasil encabezó en enero la creación del Grupo de Amigos de Venezuela,
constituido además por Chile, España, Estados Unidos y México, para apoyar
la mediación de César Gaviria, secretario general de la Organización de los
Estados Americanos (OEA).

El gobierno brasileño también desea actuar como mediador en Colombia, en
busca de una salida negociada del conflicto armado que comenzó hace 40 años
y en el cual participan fuerzas del gobierno, grupos guerrilleros
izquierdistas y paramilitares derechistas.

Esa intención lleva a Brasilia a resistir presiones de Bogotá y Washington
para calificar de "terroristas" a los guerrilleros de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional.

Brasil se opone al "Plan Colombia", mediante el cual Estados Unidos aportó
ayuda financiera y militar a ese país para combatir al narcotráfico y la
guerrilla, y que según sus críticos puede llevar a la total militarización
colombiana y a una extensión del conflicto a países vecinos.

Impedir que eso ocurra y contener la política belicista de Uribe, para que
se reanuden las negociaciones de paz, es una "tarea en defensa de la
soberanía nacional" de Brasil, ya que apunta a mantener control sobre el
territorio amazónico brasileño, vecino a Colombia, arguyó Dos Santos.

Esa opinión refleja la convicción generalizada entre sectores nacionalistas
brasileños, desde la izquierda a los militares, de que la Amazonia es blanco
permanente de la codicia internacional, en especial de Estados Unidos.

Lula buscó evitar las dificultades que implicaría una iniciativa propia, y
pidió formalmente al secretario general de la Organización de las Naciones
Unidas, Kofi Annan, que actúe para impulsar negociaciones de paz en
Colombia.

La nueva política exterior brasileña es orientada por una "visión
estratégica" que deja en segundo plano lo meramente económico, según sus
ejecutores, y la prioridad asignada por Brasilia a América del Sur exige
superar tensiones para unir a la región en negociaciones comerciales y otras
cuestiones internacionales.

Brasilia intenta, por ejemplo, promover pronto una reunión de cancilleres
sudamericanos para discutir tanto la amenaza de una guerra en Iraq como el
Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y los conflictos en Colombia y
Venezuela.

En el frente comercial, el nuevo gobierno brasileño se dispone a aplicar una
política de "generosidad" con sus socios del Mercado Común del Sur
(Mercosur), Argentina, Paraguay y Uruguay, y con otros vecinos
sudamericanos.

Concesiones en algunos puntos son el costo del liderazgo, necesario para
defender "intereses geopolíticos", sostuvo el canciller Celso Amorim en una
reunión con senadores hace dos semanas.

Un ejemplo fue la liberación, el 11 de febrero, de las importaciones de
neumáticos recauchutados provenientes de Paraguay y Uruguay, que puso fin a
una prolongada disputa comercial.

En realidad no fue un gesto de pura generosidad, ya que un fallo del
mecanismo de solución de controversias del Mercosur había condenado la
prohibición brasileña de esas importaciones, aplicada desde el 9 de enero de
2002.

Pero Brasil mantuvo trabas al ingreso de esos productos, invocando motivos
ambientales y sanitarios.

Brasil alegaba que los recauchutados duran menos que los nuevos, y que ya es
preciso eliminar más de 100 millones de neumáticos desechados al aire libre,
en los cuales se estanca agua donde se reproduce el mosquito transmisor del
epidémico dengue.

El problema se prolongó porque el anterior gobierno de Fernando Henrique
Cardoso "se dejó presionar por las multinacionales y los productores de
neumáticos brasileños para permitir trabas incoherentes", dijo a IPS el
presidente de la firma uruguaya Serisur, Gustavo Albano.

Serisur es la única empresa de Uruguay que logró reanudar sus exportaciones
de neumáticos recauchutados a Brasil. Las demás perdieron capacidad
exportadora debido al cierre del mercado brasileño por varios años.

Pero no habrá más conflictos de ese tipo ni "a causa de algunas cajas de
melocotones", prometió Marco Aurelio García, asesor internacional de Lula,
quien asumió el gobierno el 1 de enero.

Pero hablar de generosidad es "retórica", porque los acuerdos
internacionales implican "concesiones recíprocas", en la cooperación por
interés común, comentó a IPS Sonia Camargo, directora del Instituto de
Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Católica de Río de
Janeiro.

Brasil busca con su nueva postura fortalecerse ante Estados Unidos en las
negociaciones del ALCA y en otras instancias de su interés. La diferencia es
una política externa más activa, basada en la coherencia con la política
interna, sostuvo.

En la actualidad, el país posee una democracia estable, y hay fuerte
respaldo de la población a la política gubernamental de combate al hambre,
la miseria y la desigualdad social.

Eso ejerce un "efecto de demostración" y puede aumentar la ascendencia sobre
las demás naciones sudamericanas, la mayoría de las cuales están en crisis,
explicó Camargo (FIN/2003)