Colombia: La parcialidad de los medios ante la escalada de la violencia



 11 de febrero del 2003
Simon Helweg-Larsen
Information Network of the Americas (INOTA)
Traducción para Rebelión: Isidro López


Cuando a principios de Enero, las fuerzas especiales de los Estados Unidos
desembarcaron para entrenar a las tropas colombianas en la protección de
oleoductos, se produjo un recrudecimiento de la violencia de la guerrilla
izquierdista y de los paramilitares de extrema derecha. Los primeros días
del 2003 han sido muy violentos, la guerrilla ha iniciado una campaña con
una nueva forma suicida de coches bomba mientras los paramilitares han
continuado con sus ejecuciones sistemáticas. Siguiendo con su habitual
cobertura tendenciosa del conflicto, la prensa norteamericana ha dedicado
grandes titulares a los ataques de la guerrilla mientras no prestaban
ninguna atención a docenas de asesinatos paramilitares. Además, se ha
comentado el envío de ayuda militar sin ningún tipo de análisis contextual.

En el transcurso de diez días, se han registrado cinco ataques suicidas
separados en Colombia.

Aunque no hayan sido reivindicados, el tipo de objetivos apunta hacia la
responsabilidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El ocho de Enero, un coche bomba impactaba contra el acuartelamiento del 46
batallón anti-guerrilla en Arauquita, departamento de Arauca, con el
resultado de un muerto y cuatro heridos. Al día siguiente un suicida se
estrelló contra un control militar en Fortul, Arauca, dejando cuatro muertos
y quince heridos. Otro control militar en la misma ciudad fue atacado dos
días después con un resultado de cuatro muertos y catorce heridos. El doce
de Enero, un coche bomba mataba a tres personas y hería a tres más, todos
ellos personal militar de La Palma, Cundinamarca. Y el día 16, otro coche
bomba mataba a cuatro funcionarios y hería a otros 32 en la oficina del
fiscal general de Medellín.

Mientras tanto, las masacres paramilitares han continuado. En la ciudad
oriental de Cúcuta, pistoleros de extrema derecha han matado a 57 personas
en los diez primeros días de Enero.

En un episodio particularmente sangriento, ocho personas fueron asesinadas
entre las 22:30 y las 23:00 del día nueve de Enero. Guardias de seguridad y
civiles desarmados fueron sacados de sus casas y disparados en la calle. En
un incidente separado, fuerzas paramilitares asesinaron al líder del
sindicato de profesores en la ciudad oriental de Tame, Arauca. Estas
informaciones están llegando lentamente y es muy posible que muchos más
civiles hayan sido asesinados en lo que llevamos de año.

Los acontecimientos de principios de Enero y su posterior cobertura ponen de
manifiesto el ocultamiento parcial de datos y el interés de los medios en
perpetuar el desconocimiento que los norteamericanos tienen acerca de la
situación colombiana. Como ya hemos dicho, tanto los paramilitares como la
guerrilla cometieron atrocidades durante los primeros días del 2003. Los
atentados suicidas merecen una cobertura sólida puesto que estos inauguran
una nueva táctica de los grupos armados del país. El problema consiste en
que los asesinatos paramilitares exceden a los de la guerrilla en una
proporción de, al menos, 58 a 16, y en que no hay rastro de este hecho en la
cobertura de los medios norteamericanos.

Un estudio de la cobertura mediática en las principales fuentes de noticias
norteamericanas muestra una abrumadora atención a los atentados de la
guerrilla y ninguna mención de la violencia paramilitar. De las 39 noticias
relacionadas con la violencia, la política o la economía colombianas que
distribuyó Associated Press (AP) entre el 8 y el mediodía del 17 de Enero,
20 hablaban de los atentados suicidas con coche bomba. Ninguna de las 39
mencionaba siquiera los acontecimientos concretos de violencia paramilitar,
y sólo dos artículos mencionaban el desembarco de tropas estadounidenses en
Arauca. Durante el mismo período de tiempo, la agencia de distribución
Reuters dedico cinco de sus nueve noticias sobre Colombia a los atentados
con coche bomba, y ninguna a los paramilitares. Muchos de los principales
periódicos decidieron no cubrir la escalada de la violencia en Colombia. The
New York Times sólo imprimió tres noticias sobre Colombia: una de AP, otra
de Reuters, y una tercera de su corresponsal. En ninguna se mencionaba ni
los atentados con coche bomba ni las masacres paramilitares. USA Today fue
más allá y no publico una sola noticia sobre Colombia durante dicho período.

Un examen más detenido de los acontecimientos de principios de Enero parece
sugerir que los medios norteamericanos pasaron por alto algo más que las
masacres paramilitares. En los artículos en que se hablaba de ellos, los
atentados suicidas eran calificados de nueva estrategia que favorecía la
intensificación del conflicto. Lo que estos artículos no contaban es que
tres de los cinco coches bomba impactaron sobre controles o bases militares
en la provincia de Arauca, en la carretera que va hacia Saravena. En la
segunda semana de Enero, unas 60 tropas estadounidenses del séptimo grupo de
las fuerzas especiales llegaron a Arauca, en su camino hacia Saravena. Estas
son las primeras tropas estadounidenses que llegan a Colombia en una misión
anti-guerrilla. Estas tropas van a entrenar a un contingente de unos mil
hombres de la "brigada de infraestructuras fundamentales" colombiana para
que protejan un oleoducto de 483 millas propiedad de la petrolera
californiana Occidental Petroleum (en otras palabras, el gobierno
dictatorial de Uribe privilegia a las petroleras).

Es evidente que tiene que haber una relación entre la nueva táctica de la
guerrilla y la llegada de las tropas norteamericanas en una misión
antisubversiva a una base militar a tan sólo 15 millas de los atentados
rebeldes. Los atentados suicidas deben significar, como poco, la aceptación
del reto militar por parte de las guerrillas y la voluntad de entrar de
lleno en la escalada del conflicto. El no darse cuenta, por lo menos, de la
coincidencia entre los atentados y el desembarco de tropas (cuestionar la
efectividad del desembarco es demasiado pedir) es un claro síntoma de la
solidificación de la ignorancia en la prensa convencional norteamericana.

Son millones las personas que confían a los medios convencionales su
educación sobre política exterior y la situación internacional. Por lo
tanto, si la única explicación de la crisis colombiana que dan estas fuentes
omite la mitad de los actos de violencia y descontextualiza los ataques de
la guerrilla y la llegada de tropas estadounidenses, la escalada del
conflicto habrá quedado sin explicar.




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* Las estadísticas sobre AP, Reuters y USA Today han sido obtenidas por el
autor utilizando la búsqueda avanzada de Yahoo! News. La búsqueda de
artículos en The New York Times se ha hecho en la propia página web del
periódico. Para más detalles o información específica, por favor contacta
con el autor en: comments at colombiareport.org Simon Helweg-Larsen es un
escritor freelance canadiense especializado en América Latina que ha pasado
varios años viviendo trabajando y viajando por la región.


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Nello

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