Brasile: Las dos almas del gobierno Lula



28 de enero del 2003

Dilemas después de la victoria popular

Joao Machado www.espacioalternativo.org

La victoria de Lula ha sido festejada como una gran victoria popular en
Brasil y fuera de él, especialmente en América Latina. Después de todo, no
es todos los días que es electo un presidente que se lanzó en la política
como líder obrero y sindical, dirigente popular y principal organizador de
un gran partido de izquierda.

La elección de Lula fue reforzada por la victoria del Partido de los
Trabajadores en las elecciones parlamentarias: él se tornó el mayor partido
en la Cámara de Diputados (91 diputados federales en 513), y el segundo en
el Senado (también se tornó el mayor partido en las Asambleas Legislativas
estaduales). Aunque haya quedado lejos de la mayoría (además de sus aliados
del 1º y 2º turno el PT no alcanzó la mayoría de la Cámara de Diputados ni
del Senado), y aunque su desempeño en las elecciones para gobernadores de
Estado haya sido débil, los resultados electorales del PT representan una
derrota del neoliberalismo y un significativo desplazamiento en la
correlación de fuerzas en la sociedad brasilera. La explicación fundamental
para esta victoria fue el descontento popular con los resultados de los 8
años de gobierno neoliberal de Fernando Henrique Cardoso, acompañado por una
gran voluntad de cambio y por la identificación del PT con este anhelo.

Todo esto torna al nuevo gobierno portador de grandes esperanzas, que se
expresaron claramente en la fiesta de asunción. Millares de personas se
dirigieron a Brasilia para saludar al "compañero presidente", confiando en
que, esta vez , llegó la hora del pueblo. Razones para festejar no faltaron.
Sin embargo, desde la campaña electoral se evidenciaron límites y
contradicciones de la victoria que se dibujaba. Para recordar los más
importantes: Lula participó con una alianza que incluyó un partido
claramente de derecha, el PL (Partido Liberal), partido que en las mismas
elecciones apoyó (¡oficialmente!) a algunos de los candidatos más conocidos
de la derecha brasilera en las elecciones estaduales: Paulo Maluf y Antonio
Carlos Magalhaes; su vicepresidente, José Alencar, afiliado al PL, es un
gran empresario, y fue escogido justamente por eso, con los objetivos de
quebrar las resistencias de los empresarios a Lula y de traer apoyos en esta
área.

A pesar de que el partido haya aprobado en su 12º Encuentro nacional
(diciembre del 2001) directrices programáticas que proponían la ruptura con
el neoliberalismo y rescataban algunas formulaciones históricas del partido
(de forma más diluida que en el pasado), y que vinculaban la conquista del
gobierno con la perspectiva socialista, el programa presentado en las
elecciones fue muy diferente. Abandonó la idea de ruptura e incorporó una
noción de "período de transición" que asumía el mantenimiento de aspectos
centrales de la política económica de FHC. A lo largo de la campaña, fueron
dadas repetidas garantías de que "los contratos" serían respetados, (lo que
incluía, en particular, el mantenimiento estricto de los pagos de la deuda
pública, tanto externa como interna). El nuevo acuerdo con el FMI,
encaminado durante la campaña, fue apoyado (por considerarselo inevitable).

Para completar, al final del primer turno y antes del segundo los apoyos
conservadores fueron ampliados. Después de la elección, se puede decir que
Lula consiguió iniciar la gran alianza con el empresariado que buscó desde
la indicación del candidato a vicepresidente. Es útil destacar este punto:
la alianza del PT con el empresariado fue el resultado de iniciativas de la
dirección del partido, mucho más que de las iniciativas de los propios
empresarios para envolver la candidatura que se anunciaba como victoriosa.
Cualquiera que sea la evaluación de esta alianza, ella debe ser vista como
parte de la estrategia puesta en práctica por Lula y por la mayoría del PT.
Por otro lado, su eventual consolidación dependerá del curso concreto del
gobierno, sobretodo de cómo se definirá la fase de los conflictos sociales.

Aunque esta gran guiñada política haya recibido críticas, tanto dentro como
fuera del PT, Lula casi no perdió votos por eso. El PSTU (Partido Socialista
de los Trabajadores Unificado de origen morenista), único partido que
competía claramente a su izquierda (si consideramos el insignificante PCO -
Partido de la Causa Obrera, y si evaluamos que la pretensión de Ciro Gomes y
Anthony Garotinho de colocarse a la izquierda de Lula no puede llevarse en
serio) tuvo un aumento muy pequeño en la votación con relación a las
elecciones anteriores (no alcanzó siquiera el 0,5% de los votos). Lula
consiguió, por lo tanto, ampliar su votación a la derecha y al centro, sin
sufrir pérdidas significativas en la izquierda.

Después de las elecciones el apoyo aumentó, más de lo que sucede y se
acostumbra con los candidatos victoriosos. La fiesta de asunción, el trato
de los medios de comunicación, y las declaraciones que van desde el MST
(Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) a los empresarios y a los
representantes del FMI (el director de este organismo, Horst Köhler, dijo
que Lula es el "estadista del Siglo XXI") confirma que nunca un presidente
brasilero comenzó un gobierno con tanto apoyo, tanto interno como externo.

Naturalmente, un exceso de apoyo también constituye un problema: los
diversos sectores que se identifican con el gobierno de Lula esperan de él
cosas muy diferentes. Al mismo tiempo en que el presidente gana tiempo para
mostrar resultados -el período del llamado "estado de gracia"- las
contradicciones son ampliadas.

Otro aspecto que no puede ser olvidado es la dificultad del cuadro heredado.
El gobierno de FHC reforzó de forma drástica la dependencia externa de la
economía brasilera, la dejó completamente subordinada a los humores de los
mercados financieros internacionales. Al mismo tiempo, amplió la deuda
interna y se tornó mucho más difícil administrar las finanzas públicas. Como
para empeorar, el control de la inflación, única conquista de su gobierno,
estaba amenazado al finalizar su mandato.

Todo esto deja dudas sobre cual será la capacidad del nuevo gobierno para
atender su compromiso fundamental de transformar el país a favor de los
intereses populares. Así mismo, en condiciones ideales, y con el mejor
proyecto, esta tarea ya sería gigantesca.




La composición del gabinete de ministros
El éxito del gobierno dependerá de muchas cosas, algunas fuera de su control
(la situación política y económica internacional) y otras que él influencia
de modo limitado (la movilización social). Pero no hay dudas de que de los
dos elementos centrales son el programa (las concepciones según las cuales
pretende enfrentar los desafíos colocados) y su composición (las fuerzas
políticas y sociales que lo integran).
Con relación al primer aspecto, la idea que predominó durante la campaña es
que el gobierno haría transformaciones fundamentales promoviendo
negociaciones con todas las clases y sectores sociales. El objetivo central
de promoción de la ciudadanía sería conseguido con el crecimiento de la
economía, la generación de empleos y la reducción de las desigualdades, y
esto sería posible sin grandes choques políticos y sociales. Con relación al
aspecto de la composición, lo que se anunció en la campaña es que el
gobierno sería amplio, mayor que el PT y que las coaliciones que apoyaron a
Lula en el primer y segundo turno.

Ahora, ya conocemos la composición del nuevo gobierno, bien con las primeras
declaraciones del presidente electo y de su equipo. Es posible, a partir de
ahí intentar llegar a una idea más clara de lo que será el gobierno de Lula.

Lula nombró 30 ministros y 4 secretarios de Estado (que responderán
directamente al presidente). Por la importancia que el Banco Central
adquirió en los últimos años, mayor que el de casi todos los ministerios,
conviene sumar a esta lista su presidente. Quedamos, entonces, con un equipo
central del gobierno de 35 miembros.

De éstos, 20 son afiliados al PT (16 ministros y los 4 secretarios de
Estado) 7 del partido de coalición y del segundo turno fueron contemplados
cada uno con un ministerio (PL, PC do B, PDT,PPS, PSB, PTB, PV). El
presidente del Banco Central acababa de ser elegido diputado federal por el
PSDB (partido de FHC) cuando fue escogido (para asumir su función, tuvo que
renunciar al mandato). Al contrario de lo que se esperaba, y de que lo que
llegó a anunciar Lula, el PMDB no fue incluido (pero el gobierno negocia el
apoyo de sectores de este partido en el Congreso; lo mismo que viene
haciendo, además, con los otros partidos no representados en el Ministerio,
inclusive con el PPB (partido de Paulo Maluf).

Siete ministros no son afiliados a partidos políticos. Dos de ellos son
abogados: el ministro de justicia, ligado desde hace mucho tiempo al PT y el
abogado General de la Unión. Dos son diplomáticos (los ministros de
Relaciones Exteriores y de Defensa); uno es militar (el ministro-jefe del
Gabinete de Seguridad Institucional). Los otros dos ministros sin partido
son empresarios (el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior y
el ministro de Agricultura). Según informaciones divulgadas por la prensa,
el primero fue indicado por la FIESP (Federación de las Industrias del
Estado de San Pablo, la principal organización patronal del país), a pedido
de Lula. Ambos apoyaron la candidatura de José Serra, el candidato derrotado
del gobierno.

Es importante también examinar los vínculos de los 20 ministros y
secretarios del PT, 12 pertenecen al llamado campo mayoritario del PT (que
tuvo en la última elección del partido poco más del 50% de los votos). Tres
hicieron parte de las listas partidarias que pueden ser llamadas de
"intermediarias" entre el campo mayoritario y la izquierda. Dos tienen
afiliación reciente al PT. Y, finalmente, 3 participaron en la última
elección interna de las listas de corrientes de izquierda del PT (los
ministros de Desarrollo Agrario, de las Ciudades, y el secretario de
Agricultura y Pesca). A partir de esta composición podemos hacer tres
comentarios:

En primer lugar, el equipo de gobierno tiene más predominancia del PT del
que se esperaba. No sólo por el número de ministros y secretarios de Estado,
sino también por la importancia de los cargos. El núcleo del gobierno (Casa
Civil, Secretaría General de la Presidencia, Comunicación del Gobierno,
Hacienda) es enteramente petista.

En segundo lugar: la diversidad de las corrientes del PT fue bastante
contemplada. Aunque ninguna corriente no perteneciente al "campo
mayoritario" del partido fue incluida en el núcleo del gobierno, la
participación de las corrientes minoritarias puede venir a ser más
importante de lo que fue, por ejemplo, en la dirección de la campaña
electoral, o en el proceso de discusión del montaje del propio gobierno.

En tercer lugar: a pesar del predominio petista en el gabinete de ministros,
éste terminó siendo más "amplio" (en el sentido de incluir más de la
coalición que apoyó a Lula en el 2º turno) de lo que se podría esperar. La
"ampliación" perdida con la ausencia del PMDB fue mucho más compensada por
la inclusión de un presidente del Banco Central y de dos ministerios (ambos
del área económica) vinculados al PSDB.




Continuidad en el Banco Central
La "ampliación" se concentra en el área económica. Es necesario, pues,
examinar más de cerca su composición. Además del Banco Central (formalmente
vinculado al Ministerio de Hacienda, pero que viene funcionando de modo cada
vez más independiente) ella incluye cuatro ministerios: de Hacienda, de
Planeamiento, Presupuesto y Gestión; de Desarrollo, Industria y Comercio
Exterior, y de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento. Otros ministerios
tienen incidencia sobre la política económica; pero estos son los que tienen
peso central en su definición y ejecución.
Considerando estas cinco instituciones, se nota una división entre el PT,
por un lado, y por otro, lo que podemos llamar de "área del PSDB":
empresarios identificados con este partido y un diputado electo por él. El
ligero predominio numérico de este último lado es muy reforzado cuando
consideramos la composición ya conocida de los equipos del Ministerio de
Hacienda y del Banco Central (de lejos las dos instituciones más importantes
del área económica) y de las declaraciones de los dirigentes.

Comenzando con el Banco Central: su nuevo presidente, Henrique Meirelles,
además de estar vinculado al PSDB, es egresado del mercado financiero
internacional (fue presidente internacional del Banco de Boston). Como sería
de esperar, la indicación de un presidente del Banco Central vinculado a un
banco norteamericano y al partido de FHC fue lo que provocó más
declaraciones contrarias de militantes del PT, destacándose las críticas
hechas por la senadora Heloísa Helena, de la Tendencia Democracia
Socialista, que se resistió a votar favorablemente a su indicación (por
exigencia constitucional, el presidente del Banco Central debe ser
"sabatinado" en el Senado, a quien cabe aprobarlo o no).

Los críticos mantenían la tradición del partido: hace cuatro años, cuando el
antecesor de Meirelles, Amínio Fraga, fue indicado, el PT criticó
pesadamente el nombramiento de alguien vinculado al mercado financiero
internacional (Fraga trabajaba para George Soros). Para no dejar lugar a
cualquier duda en cuanto a la orientación que pretende imprimir al Banco
Central , Meirelles, tanto en la "sabatina" en el Senado como en su discurso
de asunción, expresó completa identidad con la política de Amínio Fraga.
Además de eso, mantienen todos la dirección del Banco Central, nombrada por
su antecesor.

Ahora, el Banco Central ha sido la institución más importante en la
conducción de la política económica. Además de responsable por la conducción
de la política monetaria, tiene bajo su dirección la política cambiaria, la
reglamentación y supervisión del sistema cambiario, así como de los
movimientos de capitales. Ha tenido una participación central en las
discusiones con el FMI. Además de esto, es importante notar que la política
monetaria dice respecto, antes que nada, la definición de los intereses, lo
tiene en el caso brasilero una enorme implicancia fiscal (si aumentan los
intereses, aumentan también la deuda pública y su servicio).

Lo mismo sucede con la política cambiaria (gran parte de la deuda pública
brasilera interna es corregida de acuerdo con la variación de la tasa de
cambio, además de, naturalmente, toda la deuda externa). De hecho, se puede
decir que el tamaño del superávit fiscal primario (presupuestos del
gobierno: menos gastos, excluyendo los gastos financieros) necesario para
evitar el crecimiento de la relación deuda pública/PIB, piedra de contacto
con las exigencias del FMI y de los "mercados", es determinado en gran
medida por las variables que quedan bajo la responsabilidad del Banco
Central (intereses y cambio).

Hay otro hecho que no puede ser desconocido con relación a las tasas de
intereses. En el gobierno de FHC, ellas estuvieron entre las mayores del
mundo, y la política anunciada por el nuevo presidente del Banco Central
debe llevar a que continúen muy elevadas. Ahora, los intereses altos no
significan sólo mayores dificultades fiscales: transfieren rentabilidad para
los detentadores de la riqueza financiera, y tienden, además a establecer un
piso para las tasas de lucro, presionando por lo tanto la reducción de los
salarios. O sea, altas tasas de intereses refuerzan de forma significativa
la concentración de rentabilidad, lo que se choca frontalmente con los
propósitos anunciados por Lula en la campaña. Además de eso, la política
monetaria tienen un impacto central en la definición de las tasas de
crecimiento de la economía. Intereses altos llevan a bajo crecimiento, lo
que tiende a inviabilizar todo el proyecto del gobierno.

Para agravar las cosas en esta área: a partir de una exigencia del FMI, el
gobierno de Lula viene defendiendo un proyecto de "autonomía operacional"
del Banco Central que ya venía siendo formulado por la dirección de Armínio
Fraga. Esta autonomía formalizaría legalmente y daría más consistencia a la
libertad de acción que el Banco Central ya viene teniendo; además, como
prevé mandatos fijos para sus directores, sería mucho más difícil que fuesen
sustituidos a partir, por ejemplo, de una decisión del gobierno de alterar
su política económica.

Naturalmente, el proyecto de "autonomía operacional" prevé que el Banco
Central tendría que cumplir metas definidas por el Ministerio de hacienda.
Se trata de la política instaurada a partir de la gestión de Armínio Fraga,
de "metas de inflación" como ancla de la política monetaria. Más allá de que
este modelo de política económica sea muy cuestionable, definir metas de
inflación es muy poco como orientación: el Banco Central tendría total
libertad en la conducción de la política monetaria con el objetivo de
alcanzarlas. De hecho, en lugar del Ministerio de Hacienda orientar la
actuación del Banco Central, lo que ya viene sucediendo desde el gobierno de
FHC es que el Banco Central determina las márgenes de libertad para la
acción del Ministerio de hacienda, a través de su influencia sobre el cuadro
fiscal.

El PT fue siempre contrario a la autonomía del Banco Central, en cualquiera
de sus versiones. Ella depende de una reglamentación de la Constitución, y
tendría que ser aprobada en las dos cámaras del Congreso. Diversos
parlamentarios del PT ya cuestionaron el proyecto, y su aprobación no será
de ninguna manera tranquila.




Continuidad en el Ministerio de Hacienda
El riesgo de una total continuidad en la política que prevaleció en el
segundo mandato de FHC, que verificamos existir a partir de las definiciones
tomadas o sugeridas por el Banco Central, es reforzado por la presencia de
dos ministros próximos al PSDB, o del Desarrollo y el de Agricultura. Cabe
examinar, por lo tanto, en que medida los ministros "petistas" del área
económica se pueden contraponer a esta continuidad.
Cuando evaluamos el equipo del Ministerio de Hacienda, la continuidad sale
ganando. El ministro Antonio Palocci llamó para cargos claves (Secretaría de
Presupuesto Federal, Secretaría del Tesoro Nacional, Secretaría de Asuntos
Internacionales) a hombres que participaron del gobierno de FHC o que
defienden la política que prevaleció en ese entonces. Y es más
sorprendente -y significativo- el nombramiento para la Secretaría de
Política Económica, responsable por la formulación de la política general
del Ministerio, al economista Marcos Lisboa, conocido como uno de los más
importantes economistas liberales de la nueva generación.

La tendencia liberal de los principales auxiliares del ministro Palocci es
solo quebrada por la indicación del Secretario Ejecutivo y del Secretario
Ejecutivo Adjunto del Ministerio, ambos militantes del PT, con tradición
entre los economistas del partido.

El predominio de la orientación neoliberal es confirmada por la actuación
del propio ministro. Palocci viene defendiendo la continuidad de los
aspectos fundamentales de la política macroeconómica del gobierno de FHC: su
versión de la "responsabilidad fiscal" (incluyendo la generación del
superávit primario necesario para estabilizar la relación deuda pública/PBI)
y la política monetaria conservadora. Defiende también la continuidad de la
política de privatización de los bancos públicos estaduales (lo que no
estaba en el programa del partido, en ninguna de sus versiones). Parece
creer que sólo existe una política económica "científica" (en su discurso de
asunción, dijo que "no iremos a reinventar principios básicos de política
económica"). Se adhiere, por lo tanto, al dogma fundamental del que viene
siendo llamado de "pensamiento único" en la economía.

Se puede proponer la hipótesis de que esta ortodoxia conservadora se
mantenga en la fase inicial del gobierno. De hecho, se habló mucho en la
campaña de un "período de transición". Sin embargo, el propio Palocci, en su
discurso de asunción, procuró aclarar el sentido de este concepto:

"El tema de transición despertó ansiedad sobre lo que vendría después de la
fase de transición, se especuló sobre el fin de los superávit primarios, el
fin de las metas de la inflación y del régimen de cambio fluctuante y la
adopción de medidas no convencionales e innovadoras en la conducción de la
política macroeconómica. A estas legítimas preguntas respondemos de forma
inequívoca: el nuevo régimen ya comenzó; la buena gestación de la cosa
pública requiere responsabilidad fiscal y estabilidad económica. El gobierno
que antes se encerró tienen méritos en ese tema, lo que no nos constriñe
reconocer. Por eso no es un patrimonio exclusivo suyo, así como no lo será
de nuestra administración. (...) Así, la transición del modelo que tenemos y
el que país reivindica es la superación de las dificultades a corto plazo"
{discurso de asunción, 02/01/2003 }.

No hay por lo tanto, según el pensamiento del ministro, transición respecto
a los "principios básicos de la política económica". "El período de
transición" consiste apenas en el tiempo necesario para la superación de
dificultades a corto plazo.

La fuerte impresión de continuidad de la política económica del gobierno de
FHC es aún más acentuada cuando consideramos las críticas que Palocci ha
hecho de la gestión anterior. Son críticas que de hecho no excluyen
continuidad. En el discurso en que se presentaron las conclusiones de los
trabajos del "equipo de transición" entre los dos gobiernos, que él coordinó
(este fue de todos sus pronunciamientos, el más crítico al gobierno
anterior), Palocci hizo dos críticas a la conducción económica del gobierno
de FHC.

La primera fue a la política cambiaria. En verdad, la crítica se restringe a
la sobre valoración del real al inicio del gobierno de FHC. La crítica es
correcta; esta política fue responsable por buena parte de los problemas
económicos posteriores. Pero la política cambiaria fue cambiada en el
segundo mandato; y la seguida desde entonces tienen explícitamente el
acuerdo de Palocci (inclusive en sus aspectos más cuestionables, como el de
la inexistencia de controles de los movimientos de capitales). El gran
objetivo que el nuevo ministro apunta en esta área - la estabilización de la
tasa de cambio - es compartido por el antiguo equipo de FHC; y el remedio
básico propuesto ahora - es la recuperación de la "confianza de los
mercados" - tienen su acuerdo entusiasmado.




"Planeamiento estratégico" y políticas sociales
La segunda crítica y más fundamental: dice respecto a la excesiva fe en el
mercado, la ausencia de un proyecto nacional y de movilización en torno a
él, la carencia de la "planeamiento estratégico". Vale la pena citar
extensamente al ministro:
"Sin esta movilización nacional, base para un nuevo contrato social, todo el
esfuerzo del gobierno, por más responsable que sea, tendrá aliento corto y
será prisionero de formulaciones estrictamente técnica, tan cuidadas como
limitadas. Si el Estado debe pretender ser padre, como en los viejos
tiempos, tampoco deberá pensar en ser capaz de definir los rumbos de la
economía distanciándose de la población y de sus necesidades. La unión del
país en torno a este objetivo mayor, eminentemente político, es el único
medio de ejercer una saludable presión para disminuir la fragmentación y
aumentar la coordinación y el diálogo entre ministerios, agencias y
programas. Esa desarticulación es fuente sistemática de desperdicios de
recursos y de generación de ineficiencias (...) el planamiento alcanzó un
nivel de vaciamiento brutal en cuanto a las funciones de definición del
diseño institucional y construcción de sistemas de gestión y coordinación.
No sólo en las estructuras del Ministerio de Planeamiento, sino en el
conjunto de las áreas estratégicas responsables por articular el desarrollo
del país. No sería exageración afirmar , en lo que se refiere al
planeamiento estratégico, que el Estado Brasilero vive un prolongado
"apagón" (...). El actual gobierno difundió, junto con las parcelas de la
comunidad internacional, la ilusión de que el crecimiento económico y la
reducción de la exclusión social sería el resultado natural del desarrollo
de los mercados y del uso, sin contraindicaciones, del abundante ahorro
externo disponible al inicio de los años noventa (...). {Discurso del
27/12/2002}

Esta crítica al gobierno de FHC es fundamental. Y se puede decir que ella es
reforzada con la crítica a la política social del gobierno de FHC:

"El resultado es que estamos recibiendo hoy un país que no consiguió avanzar
en la superación de la vieja dicotomía entre economía y sociedad, en que las
políticas sociales aparecieron como adornos y apéndices del esfuerzo de
controlar la economía. La improvisación de una serie de programas sociales
en los últimos dos años es ilustrativa de esa separación matriz y realza la
persistencia de una visión que aún no incorporó la inclusión social como
tema central de una política de Estado" {Discurso del 27/12/2002}.

Sin embargo, a lo largo del discurso hay varias referencias a que nada de lo
que se propone debe ser contrario a los "principios de la política
económica" (que incluyen, según Palocci, un esfuerzo claro para ganar la
"confianza de los mercados"). Además de esto, se hace referencia explícita a
que la nueva política será favorable a los mercados:

"Cuanto más la estabilidad de las relaciones económicas y sociales se
acentúan por medio de un orden jurídico e institucional sólido, los mercados
serán fortalecidos y más riqueza podrá ser acumulada y bien distribuida"
{Discurso del 27/12/2002}.

La postura crítica queda así relativizada, y por otro lado el significado
exacto de este énfasis en la construcción de un proyecto nacional no queda
claro. Este tema puede ser mejor discutido a partir del examen de las
perspectivas para el Ministerio de Planeamiento. El nuevo ministro, Guido
Mantega, es afiliado al PT, y vienen siendo desde hace muchos años asesor
económico de Lula. Lo cual indica, que su ministerio tendrá un peso muy
grande en la formulación de la política económica, como ya sucedía en el
gobierno de FHC. Mantega debe ser fundamentalmente un colaborador de
Palocci.

De cualquier manera, su ministerio tendrá una responsabilidad central en la
realización del objetivo del "planeamiento estratégico". Y en su discurso de
asunción (07/01/2003), él aclaró un poco más el sentido de este concepto.
Retomó las ideas del proyecto de desarrollo y de la movilización de la
sociedad, enfatizó la necesidad de "medidas duras" en un período de
transición. Procuró entonces dejar claras las diferencias que la política
del nuevo gobierno incluiría:

"Pero no es el superávit primario o el combate a la inflación que se resume
a la nueva política económica. (...). Al mismo tiempo, sin la menor demora,
estará poniendo en práctica un conjunto de políticas que será la marca de
este gobierno y caracterizará un nuevo modelo de desarrollo. Se engañan
aquellos que imaginan que practicaremos la vieja política económica. En el
comercio exterior, el gobierno no quedará inerte, a merced de los mecanismos
de la globalización, que son imperfectos y privilegian a los países
avanzados. Impulsaremos las exportaciones y la sustitución competitivas de
importaciones. (...).

El gobierno de Lula no tendrá pudores en trazar políticas activas, para la
industria, para la agricultura, para los servicios y donde más hubiera
necesidad de modernas políticas de estímulo a la competitividad y
productividad del producto brasilero, generando los millones de empleos que
la población necesita. El Estado será puesto al servicio de los desposeídos,
en una cruzada contra el hambre, la miseria y el desamparo" {discurso del
07/01/2003}.

Las "políticas activas" en los campos citados fueron una marca del llamado
período "desarrollista", que la conducción de la economía brasilera vivió
hasta el inicio de los años 1980; esta vinculación es confirmada por una
referencia hecha por Palocci en su discurso a uno de los más conocidos
presidentes de esta época:

"En el pasado, con grandes presidentes como Jucelino Kubitschek, la tarea
reformadora consistía en ampliar los horizontes del ciudadano, interiorizar
el desarrollo y hacer emerger el poder creativo de las personas, sepultando
un tacaño complejo de inferioridad. Hoy la gran tarea reformadora es cuidar
de la organización y de la cohesión social, de la capacidad de trabajo en
equipos y de gestión de los bienes públicos y privados por medio de las
técnicas adecuadas y de la planeación moderna, propiciándole a los
brasileros la posibilidad de superar la "desorganización social" {discurso
del 27/12/2002}.

A Jucelino Kubitschek se acostumbra elogiársele por sus iniciativas en pro
del desarrollo, pero criticado por la irresponsabilidad fiscal y por haber
sido uno de los responsables por el prolongado período de alta inflación
vivido por el Brasil. Por otro lado, todo el "desarrollismo" brasilero fue
también criticado por haber mantenido las desigualdades sociales que Brasil
heredó del período esclavista.

Tal vez sea posible a partir de todo esto resumir lo que parece ser la
orientación central de la política económica del gobierno de Lula en la
fórmula: desarrollismo + responsabilidad fiscal y control financiero +
intervención estatal sin intervencionismo + lucha contra las desigualdades y
por la inclusión social.

En realidad, las "políticas activas" a favor del desarrollo fueron también
uno de los temas de la campaña del candidato del PSDB, José Serra. En este
punto que proponía los cambios en relación al gobierno de FHC, justificando
su fórmula de "continuidad sin continuismo". Así, de una u otra manera
resumir la línea de Palocci-Mantega podría ser: línea de José Serra +
sensibilidad social.

Antes de dejar el equipo económico, es importante mencionar otro órgano
importante: el BNDES (Banco de Desarrollo Económico y Social). Formalmente,
está vinculado al Ministerio de Desarrollo. Pero su presidente, el
economista Carlos Lessa, fue nombrado por el mismo Lula. Lessa pertenece al
ala considerada progresista del PMDB (no fue nombrado por el partido para
este puesto), y tienen varios amigos en el PT (en particular con la
economista Maria da Conceiçao Tavares). Ya anunció una reformulación en la
actuación del banco, que se colocará en la línea de las "políticas activas"
desarrollistas.

El nombramiento del petista Jorge Mattoso para presidente de la Caja
Económica Federal, otro banco público muy importante, va en la misma
dirección (el presidente del Banco del Brasil aún no fue nombrado).

En su conjunto, con todo, el predominio de las orientaciones conservadoras,
o neoliberales, en el área económica del gobierno es muy clara. Podemos
preguntarnos por qué aún no hay una crítica más amplia por parte de los
militantes del PT. Una explicación es que las consecuencias de estas
orientaciones aún no son claras para la gran mayoría.




¿Una revolución social?
¿Cuál será el perfil de una política social que no puede ser un "adorno",
como Palocci se refirió a la política de Fernando Henrique? Las ideas-fuerza
parecen ser las de un cambio sin atropellos y a través de la negociación, de
movilización nacional y pacto social (sobre todo con una alianza entre el
trabajo y el "capital productivo"), enfatizadas por Lula a lo largo de toda
la campaña, y presentes también en su discurso de asunción (además de estar
también en los discursos de varios ministros):
"Vamos a cambiar, sí,. Cambiar con coraje y cuidado, humildad y osadía,
cambiar teniendo conciencia de que el cambio es un proceso gradual y
continuado, no un simple acto de voluntad, no es un entusiasmo voluntarista.
Cambio por medio del diálogo y de la negociación, sin atropellos o
precipitaciones, para que el resultado sea consistente y duradero (...).
Para reponer el Brasil en el camino del crecimiento, que genere los puestos
de trabajo tan necesarios, carecemos de un auténtico pacto social para los
cambios y de una alianza que entrelace objetivamente el trabajo y el capital
productivo, generadores de riqueza fundamental e la Nación, de modo que el
Brasil supere la inercia actual y para que el País vuelva a navegar en el
mar abierto del desarrollo económico y social.

El pacto social será, igualmente, decisivo para viabilizar las reformas que
la sociedad brasilera reclama y que yo me comprometía hacer: la reforma de
la Previsión Social, reforma tributaria, reforma política y de la
legislación laboral, además de la propia reforma agraria. Ese conjunto de
reformas va a impulsar un nuevo ciclo de desarrollo nacional" {Lula,
Discurso del 01/01/2003}.

El discurso de asunción de José Dirceu en la Casa Civil, sin embargo, retomó
estas ideas con otro énfasis:

"Todos nosotros sabemos que asumimos el gobierno del Brasil en un momento
difícil, desde el punto de vista internacional, con riesgo de una guerra y
con una situación en la economía y en las finanzas internacionales, que
agrava la situación de nuestro país.

Por lo tanto, nuestra responsabilidad es mayor, pero exactamente, seremos
capaces de superar este momento si hubiera participación popular, si hubiera
una movilización nacional. El presidente Lula, en su pronunciamiento, dejó
claro este compromiso: solamente con la participación popular, Brasil
enfrentará sus problemas en el comienzo de este milenio (...). Tal vez el
mayor desafío de nuestro gobierno y de los próximos años sea ese: que Brasil
ocupe su lugar en el mundo. Pero para que Brasil ocupe su lugar en el mundo,
es preciso que nuestro pueblo ocupe su lugar en el Brasil. Esto sólo es
posible con una gran transformación social, con una verdadera revolución
social. No tengo miedo de decir esa palabra: una verdadera revolución
social. Nosotros le debemos esto a nuestro pueblo. Vean bien, nuestro
Brasil -y el presidente Lula, ayer, describió históricamente ese proceso-
pero no superó el desafío de la justicia y de la igualdad social.

Nosotros, un partido de izquierda socialista, y es bueno recordar esto,
extendemos la mano para el empresario brasilero y proponemos, estamos
proponiendo un pacto, pero es necesario que quede claro que ese pacto tiene
dos direcciones y es necesario defender el interés nacional, la producción,
el desarrollo del país, pero la contrapartida es la distribución de la
renta, la justicia social, la eliminación de la pobreza y de la miseria. No
puede haber una calle sola, en una dirección, No es aceptable que,
nuevamente, el país resuelva sus problemas financieros, resuelva sus
problemas económicos, tenga un crecimiento y ese crecimiento no se
transforme en mayor participación del trabajo en la renta nacional. Porque
esa participación cayó por la mitad en los últimos 20 años. Y, sin una
distribución de renta, una revolución en la educación, sin el combate a la
pobreza, tampoco habrá crecimiento económico duradero y sustentable.

Todos sabemos que la actual concentración de rentas y las desigualdades
sociales llevarán al país a un impasse social, cultural e institucional. Y
que no es posible viabilizar el desarrollo económico de un país sin una
amplia distribución de renta. Porque esa concentración de renta impide el
crecimiento económico" {Discurso del 02/01/2003}.

Dirceu habló por lo tanto, de la necesidad de una "verdadera revolución
social", y añadió: "nosotros debemos eso a nuestro pueblo". Se refirió al PT
como un "partido de izquierda socialista". Por esta razón, comentaristas de
los medios de comunicación dijeron que con su discurso el "PT estaba de
nuevo en la izquierda". Además de esto, se comenta mucho sobre la existencia
de una disputa de dos orientaciones en el núcleo del gobierno, la de derecha
comandada por Palocci, y la de izquierda por Dirceu.

Por otro lado, el discurso de Dirceu tuvo pasajes mucho menos radicales.
Además de la deferencia a "extender la mano al empresariado" y de hacer un
pacto con él, hizo una afirmación enfática de disposición de colaborar
estrechamente con Palocci en defensa de la política económica "decidida por
el presidente Lula":

"Y quiero dar un mensaje especial -a mi compañero y amigo Antonio Palocci
quien no está aquí- pero quiero decirle al país y de manera especial, a él,
que contará, como ya está contando, con mi apoyo, para el ejercicio de ese
difícil cargo de ministro de Hacienda. Palocci, puede tener la certeza de
que ustedes tendrán, en José Dirceu, en la casa Civil, una fortaleza para
defender la política económica decidida por el presidente Lula" {discurso
del 02/01/2003}.

Esta referencia naturalmente, puede ser apenas protocolar, y no excluir la
existencia de una divergencia de fondo. En fin, ¿cuál será la transformación
 social realizada por el gobierno de Lula?. Es difícil saber. El proyecto
más destacado al inicio del gobierno - el programa Hambre Cero - aún no
tiene su formato definido.




Perspectivas de la reforma agraria
Por otro lado, el avance de la reforma agraria puede representar una
transformación social importante, y las condiciones para que ocurra son
relativamente más favorables.
En primer lugar, por la existencia del Movimiento de los Trabajadores Sin
Tierra. El MST viene siendo uno de los movimientos sociales más activos, y
de mayor capacidad de movilización. En segundo lugar, porque el ministro
nombrado para el Desarrollo Agrario, Miguel Rossetto, pertenece a una
tendencia de izquierda del PT (la Democracia Socialista). Su nombramiento
fue significativo, apoyado por el MST y por otros sectores vinculados a la
cuestión agraria (CONTAG, sector agrario de la CUT), que habían sido
consultados y criticada por representantes patronales.

En su discurso de asunción, Rosseto vinculó la posibilidad de avance en la
reforma agraria a la movilización social. Al mismo tiempo, defendió la
autonomía del movimiento social, y el respeto por parte del gobierno de sus
movilizaciones:

"Y ejecutaremos esta tarea a partir de un amplio llamado a la movilización
social, iremos a dialogar con los gobernadores, con los alcaldes, iremos a
dialogar con todos los movimientos sociales, iremos a dialogar con toda
parcela de la sociedad brasilera que comprende y está dispuesta a colaborar
en este gran proceso civilizatorio en el Brasil y en particular en nuestro
campo (...)

Nosotros construimos las relaciones y los conceptos de autonomía, de
independencia que separan y que distinguen las dinámicas políticas de los
movimientos sociales, de los gobiernos y del conjunto de las organizaciones
estatales. Es verdad que los gobiernos no deben ser tutelados por los
movimientos sociales. Si esto es verdad, otra verdad es que no es tarea de
un gobierno dentro de un estado democrático de derecho, sofocar la capacidad
de movilización de los movimientos sociales.

A la democracia que queremos, a la República que conquistamos, le gusta la
presencia popular, le gusta, vive y se fortalece con la ciudadanía activa.
La reconstrucción de este País tienen como base esa enorme capacidad de
movilización, esa enorme capacidad de mirarnos para adentro del Brasil, de
crearnos los mayores y mejores espacios de participación popular y
ciudadana, de reconocernos permanentemente que existen nombres, existen
rostros, existen alegrías, tristezas y sufrimientos; existe un pueblo que
quiere y que será respetado por todos nosotros" {discurso de asunción del
02/01/2003}.

El principal dirigente del MST, Joao Pedro Stédile, comentando en una
entrevista el nombramiento de Miguel Rosseto y de las perspectivas de la
reforma agraria, enfatizó de modo semejante la importancia de la
movilización social para viabilizar transformaciones:

"La presencia del ministro Rosseto es una señal positiva. Él es una persona
con tradición histórica de compromiso con la izquierda brasilera. Pero
nosotros preferimos no quedarnos juzgando personas o declaraciones. Lo que
va a permitir el avance será la correlación de fuerzas en la sociedad. Y a
nosotros nos cabe organizar al pueblo para que se consiga el nivel de
presión necesario para cualquier proceso de cambio" {Jornal do Brasil,
05/01/2003}.

Después de la asunción, el ministro visitó la Cámara de Diputados y se
reunió con el núcleo agrario del PT, que reúne a los diputados más
vinculados a la lucha por la reforma agraria. Anunció la disposición de
trabajar en conjunto con ellos.

A pesar de las condiciones favorables para alcanzar los objetivos del
ministerio, es importante recordar que también habrá dificultades
importantes. La primera de ellas es la legislación promulgada en el período
de FHC para obstaculizar la movilización del MST (principalmente la Medida
Provisoria 2.027, que estableció que las tierras ocupadas quedarían, no
serán confiscadas por dos años, y que sus ocupantes serían excluidos del
programa de asentamientos) El MST, naturalmente, espera la revocación de
esta medida.

Una segunda dificultad importante es compartida por toda el área social: la
reforma agraria exige recursos públicos (para desapropiaciones, para apoyo a
los asentados), y estos están escasos, a partir de la necesidad de mantener
la austeridad fiscal para alcanzar el superávit primario.




Reformas conflictivas
Lula, destacó en su discurso de asunción, la importancia de algunas
reformas: "de la Previsión Social, reforma tributaria, reforma política y de
la legislación laboral, además de la reforma agraria". Ninguna de ellas será
tranquila, y esto ya comenzó a evidenciarse en los primeros días de
gobierno.
La reforma de la Previsión Social es especialmente conflictiva. Desde el
punto de vista del gobierno, tienen que cumplir tres objetivos difíciles de
conciliar: dar origen a un sistema de jubilaciones más justo (las
jubilaciones de los trabajadores del sector privado son irrisorias; la
mayoría de los trabajadores del sector público tienen una jubilación justa;
y parte del sector público llega a tener enormes privilegios); reducir su
costo presupuestal; y respetar los límites de la Constitución impone
cambios, a partir de la garantía de los "derechos adquiridos".

Los "mercados" hacen una campaña frenética por una reforma que reduzca el
costo presupuestal de la Previsión Social y que permita aumentar el
superávit primario. Esta institución y sus representantes de la prensa
hablan de la "injusticia" de la jubilación con salarios integrales del
funcionalismo público, sin defender una jubilación decente para los
trabajadores del sector privado, y obviamente escondiendo que el gran
propósito del aumento del superávit primario es permitir el pago de los
elevadísimos intereses sobre la deuda pública. Los trabajadores del sector
público, por otro lado, temen, con razón, que puedan ser los grandes
perjudicados con la reforma. Y los privilegiados se movilizan para defender
su privilegios. Bajo fuego cruzado, el gobierno (especialmente el Ministro
de Previsión, Ricardo Berzoini, del PT y ex - sindicalista) viene diciendo
cosas opuestas sobre lo que se pretende.

La reforma de la legislación laboral no es menos conflictiva. Para citar
apenas un ejemplo, en una de las primeras declaraciones después de asumir su
cargo, el Ministro de Trabajo, Jacques Wagner (del PT, ex - sindicalista) se
manifestó favorablemente a una de las principales reivindicaciones
patronales, la anulación de la multa de 40% que los empleadores deben pagar
por despido sin motivos. Frente al grito inmediato de las centrales
sindicales, volvió para atrás.

El tema más importante en el área de la legislación laboral, con todo,
recibió hasta ahora poca atención: el hecho de que cerca de la mitad de la
fuerza de trabajo brasilera no tiene empleo formal, y por lo tanto no tienen
ninguna protección de la legislación laboral.

En fin, la negociación y la eventual aprobación de estas reformas serán
ciertamente procesos de grandes conflictos.




Las relaciones internacionales
Las relaciones internacionales serán un área clave del gobierno de Lula,
tanto por las repercusiones externas, como porque ahí están algunos de los
mayores desafíos que ella tienen que enfrentar (lo más peligroso es el
proceso de negociación del ALCA, que está en curso).
Lula ha dicho que dará prioridad a las relaciones en América Latina, lo que
es positivo. En su asunción, destacó los encuentros con Hugo Chávez y con
Fidel castro (lo que, en el mundo de hoy, es muy significativo). Además de
esto, el gobierno brasilero parece estar ampliando la ayuda a Venezuela, con
el objetivo declarado de defender el orden institucional, otro hecho
positivo, frente a la movilización de la derecha venezolana para derrumbar
el gobierno de Chávez.

El ministro Celso Amorim, un diplomático de carrera, ya había ocupado este
cargo con el presidente Itamar Franco, en 1992-1994. La cuestión más
importante es: ¿cuál será la conducción de las negociaciones del ALCA (que
conciernen también a los otros ministerios, especialmente al de Desarrollo)?

Un hecho muy positivo, fue el nombramiento del embajador Samuel Pinheiro
Guimaraes como segundo cargo de jerarquía del ministerio, y el del
Secretario General. Guimaraes ha sido uno de los principales críticos del
proyecto del ALCA en el país, y por esta razón había sido destituido de sus
funciones y marginalizado por el ministro anterior. Este nombramiento podría
sugerir que el gobierno de Lula estaría orientándose hacia una postura clara
de la oposición al ALCA. Sin embargo, la secretaría general perdió parte de
sus atribuciones y fue aclarado que ella no tendría una participación
directa en el proceso de negociaciones del ALCA. Más aún: el coordinador
brasilero de las negociaciones continuará siendo el embajador Clodoaldo
Hugueney, ¡el mismo diplomático que viene asumiendo esa responsabilidad
desde el inicio del 2001!

Tanto Lula como Celso Amorim se vienen manifestando en la línea de continuar
con las negociaciones del ALCA, pero con el cuidado de corregir ciertos
aspectos. En el discurso de asunción, Lula dijo lo siguiente:

"Es esencial en todos estos foros preservar los espacios de flexibilidad
para nuestras políticas de desarrollo en los campos social y regional, de
medio ambiente, agrícola, industrial y tecnológico. No perderemos de vista
que el ser humano es el destinatario último del resultado de las
negociaciones. De poco valdrá que participemos del esfuerzo tan amplio y en
tantos frentes si de ahí no resultan beneficios para nuestro pueblo.
Estaremos atentos también para que esas negociaciones, que hoy en día van
mucho más allá de meras reducciones tarifarias y engloban un amplio espectro
normativo, que no creen restricciones inaceptables al derecho soberano del
pueblo brasilero de decidir sobre su modelo de desarrollo" {Discurso de
asunción del 01/01/2003}.

Ahora, el actual modelo del ALCA, que atiende los intereses de los Estados
Unidos, crearía justamente estas restricciones "al derecho soberano del
pueblo brasilero de decidir sobre su modelo de desarrollo". Este modelo va
mucho más allá de temas de libre comercio; incluye temas de liberación de
los flujos de capitales y de las inversiones, de restricciones a la política
de compras gubernamentales, siguiendo lo que se proponía el cuestionado
Acuerdo Multilateral de Inversiones.

En conclusión: la política en relación al ALCA no es la defendida por la
izquierda brasilera y aprobada en el plebiscito realizado en el 2002, es
decir, salir de las negociaciones. Pero, de cualquier manera, aumentan las
chances de que este proyecto dañino pueda ser obstaculizado.




Rumbos indefinidos
El objetivo de este artículo fue sólo presentar un cuadro minimamente
sistemático de la composición del gobierno de Lula y de hacer un breve
análisis de su comienzo. No tenía la intención de hacer un análisis del
conjunto, y mucho menos de proponer una orientación para la izquierda del PT
frente al gobierno. Así, a modo de conclusión, cabe resumir lo que aparecen
como las contradicciones fundamentales del proyecto inicial. La idea de que
es posible mantener una política económica conservadora en los aspectos
fundamentales (política monetaria, política fiscal, garantía de los
"contratos" en general, lo que incluyó, naturalmente, la garantía estricta
de la propiedad privada) y al mismo tiempo, promover cambios que atendieran
los intereses populares, implica decir que es posible reducir la explotación
y la opresión sin tocar los intereses de las clase dominantes. Se trata
entonces, de una contradicción de términos.
Esa contradicción no es superada en la versión "de izquierda" de la misma
idea, defendida por José Dirceu en su discurso de asunción: "extender la
mano a los empresarios" para que ellos colaboren con este objetivo.

¿Estas ideas serán una mera táctica, o representarán una orientación
estratégica del núcleo del gobierno? Si nos basamos en lo que han dicho los
dirigentes del área económica, que han hablado de este aspecto en nombre del
gobierno, tenemos que concluir la segunda hipótesis. Como vimos, la idea de
que el gobierno comienza con un "período de transición" ha sido interpretada
en el sentido de que es necesario algún tiempo para que el país se libere de
las restricciones más drásticas heredadas del gobierno anterior. Pero se
espera que esto se consiga manteniéndose la ortodoxia conservadora (o
neoliberal) en los aspectos centrales de la política macroeconómica,
especialmente en las políticas monetaria y fiscal.

¿Quién tenga alguna referencia en el marxismo concluirá sin dificultades que
este proyecto no es realista. Pero ¿que saldrá de ahí?

El gobierno de Lula tiene, podemos decir, dos almas, la de los cambios
prometidos (y que le justificaron la elección) y la de las garantías de
continuidad para ganar la confianza de los mercados. Tal vez en ninguna
cuestión de estas dos almas aparecen con tanta validez simbólica la decisión
de Lula de participar en el Foro Social de Porto Alegre (él ya estuvo en los
dos años anteriores) como en el Foro Económico Mundial en Davos (alguno de
los organizadores del Foro Social Mundial criticaron esta decisión y
apelaron a Lula a que no fuera a Davos, aunque sin resultados). En Porto
Alegre, Lula estará con los ministros vinculados al área social del
gobierno; en Davos con Meirelles (Banco Central) y Furlan (Desarrollo) ambos
participantes regulares de este evento.

La composición del gobierno muestra que habrá conflictos internos. Y lo más
importante: aunque Lula desee y trabaje a favor de un "pacto social" y de
unidad nacional, lo más probable es un gobierno de grandes conflictos de
clases (cuya dimensión es difícil prever) en la cual la movilización social
tendrá un papel fundamental.

¿Otra cuestión decisiva: como será la dinámica del PT en el gobierno de
Lula? ¿Cómo se comportará frente a los desafíos y conflictos que el gobierno
enfrentará? Está claro que el partido será sometido a grandes tensiones,
como no podría de dejar de suceder cuando son encaminadas algunas políticas
que criticó durante mucho tiempo.

Hasta ahora, la unidad ha sido preservada por las expectativas generales en
el gobierno de Lula y por la fuerza de larga trayectoria del PT de identidad
con las luchas sociales. Pero, por otro lado, ya se manifestaron amenazas a
un proceso de discusión democrático. Por la posición contraria de la
senadora Heloísa Helena al nombramiento de Meirelles, ella llegó a ser
amenazada de sanción por el ex presidente del PT, José Dirceu (al final, el
nuevo presidente, José Genoino, patrocinó un acuerdo en que la senadora se
ausentara de la votación del presidente del Banco Central, para no ser
sancionada). Aunque por disposición constitucional corresponde a los
senadores debatir e indicar al presidente del Banco Central, a los senadores
del PT se les impidió hacerlo. Mientras tanto, la posición de Dirceu en el
episodio fue criticada por diversos sectores del partido.

Cercenar el debate y las restricciones a la democracia no favorecen la
unidad, sobre todo cuando están en juego cuestiones que abarcan mucho más
directamente a la base social del partido que el nombramiento del presidente
del banco central. Por ejemplo, la de las reformas de la Previsión y de la
legislación laboral, y de la formación del ALCA. Aunque de menor repercusión
popular, también el tema de la autonomía del Banco Central es extremadamente
polémico. ¿Habrá espacio para un debate amplio de estas y otras cuestiones?

La gran cuestión: ¿la orientación conservadora que ha prevalecido en el área
económica podrá consolidarse? En este caso ¿la unidad del PT sobrevivirá a
tantas contradicciones? O, poniendo la cuestión de otra manera: ¿Porto
Alegre y Davos podrán convivir indefinidamente dentro del PT?

Los rumbos del gobierno no están definidos a priori. Serán definidos en el
curso de un proceso de disputas políticas y sociales, en que la defensa de
los cambios se apoyará en toda la trayectoria del PT, en su histórica
identificación con los intereses populares, y en el mensaje fundamental e la
elección.





Sao Paulo, 17-1-03
Joao Machado es economista. Militante del PT, integró por varios años la
Dirección Nacional del partido, también la Secretaría de Relaciones
Internacionales. Es miembro de la Coordinación Nacional de la Tendencia
Democracia Socialista.

Publicado en Inprecor e International Viewpoint / Traducción de Ernesto
Herrera

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Nello

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