Bolivia y los nuevos análisis de América Latina



24 de enero del 2003
Profesor J   La Haine
http://www.rebelion.org/bolivia/analisis240103.htm
Bolivia parece un país pequeño, y si lo miramos según el mapa convencional
de los poderes invasores de nuestra Pachamama, se ve un Liliput. Pocas veces
países tan pequeños se habían visto tan grandes. Chiapas era una región que
nadie había visto en ningún diario, pero la fuerza telúrica emanada de la
decisión de los pueblos por romper las cadenas ha irrumpido dando vuelta al
planeta. Arauco y Malleco son dos regiones del Wallmapu -territorio mapuche-
donde la recuperación de tierras se practica a pesar del regreso de la
represión dictatorial. Areas pequeñas de proyección gigante.

Las miradas convencionales hacia Abya Yala (Tierra Fértil, Tierra Generosa,
es su nombre, y no América) veían que en Brasil el MST ocupaba tierras en
todo el territorio y se produjo el entusiasmo, luego poco a poco se fue
viendo que se trataba solo de algunos latifundios que fueron siendo atados a
las prácticas reformistas. Los campamentos y asentamientos del MST fueron
organizados verticalmente y llevados con rígida disciplina a participar en
la farsa electoral donde la socialdemocracia hoy exhibe a Lula como una
victoria de la lucha de los pueblos, y después de todo ello, subiéndose en
los hombros del pueblo pobre amarrado y manipulado por las organizaciones
autoritarias, Lula va a Davos a negociar migajas para los miserables,
asegurando el predominio empresarial y la mansedumbre de los oprimidos. Y a
eso le ponen cara de que es lucha popular.

Argentina mostró que la lucha podía y debía tener otros destinos, no
necesariamente arrastrar el movimiento popular de vuelta hacia las
instituciones, sino proyectarse como una nueva sociedad desde abajo, al
igual que venían y vienen planteando los zapatistas de base. Diversas otras
experiencias continentales muestran variantes y niveles de esta pugna de los
pueblos por avanzar, con ciertos grupos organizados que se introducen en las
masas buscando devolverlas a las filas y a las mesas de las negociaciones y
conciliaciones.

En Bolivia la cosa está que arde. Desde que los cocaleros empezaron sus
grandes marchas hace casi una década, poca o ninguna atención le prestaba la
izquierda tradicional, así como cuando aparece y actúa el Ejercito
Guerrillero Tupak Katari. La década de los noventa fue muy intensa en este
proceso de reconstrucción de la capacidad popular de realizarse como actor
social. Ya pasadas las épocas de la poderosa COB, cuya base eran las minas
estatales, la atomización de los trabajadores mineros y urbanos fue en
aumento. Muchos cuadros mineros y de las experiencias de izquierda más
avanzadas se incorporan por cuestión de sobrevivencia a las nuevas luchas
por la tierra. No es casualidad que las marchas cocaleras se parezcan a las
marchas de los cañeros en Uruguay de los cuales nace la insurgencia
tupamara. No es casualidad que la migración de obreros y cuadros honestos de
izquierda hacia las periferias, el campo y regiones de comunidades
originarias haya producido una simbiosis que está creando nuevas modalidades
de entender y actuar la lucha. Eso se verifica en los desempleados
argentinos, en Chiapas y también hoy en Bolivia, no así en los brasileños,
que fueron al campo a reproducir las formas organizativas de la vieja
izquierda, lo que solo ha traído agua al molino de las salidas
institucionales de acuerdos con el capital. Como siempre.

Bolivia, siendo un país pequeño ocupa parte del Tawantinsuyu, el territorio
de las comunidades quechuas, aymarás y otras, por lo que la lucha esta
haciendo estremecer a toda la región. En Argentina los inmigrantes
bolivianos se encuentran en efervescencia, y se cuentan por miles, se reúnen
para discutir la situación y se plantean acciones como marchas a la embajada
de su país. En el oriente boliviano, fronterizo con Brasil, Paraguay y
Argentina, las comunidades guaraníes, tupi-guaraníes y otras se extienden
por todas esa región, por lo que la vibración recorre y entrelaza las
dinámicas y contradicciones que hay en cada lugar. En Paraguay existe un
importante proceso de reconstrucción de la identidad guaraní, en casos,
tristemente con la presencia de destacamentos de la vieja izquierda con sus
vicios. En Argentina los indicadores son diferentes: Diversas comunidades
originarias levantan la idea de la autonomía y hay un crecimiento evidente
en este terreno. En el norte de los territorios ocupados por el estado
chileno las comunidades aymarás han comenzado a entrecruzarse con sus
hermanos de Bolivia y del Perú, y este ultimo país ha sido testigo de
movilizaciones que un autor acaba de destacar en La Haine.

La solidez del andar del pueblo argentino y la continuidad de la rebeldía
boliviana pueden en un plazo corto introducir nuevas modificaciones en el
terreno de los actores sociales de toda la región. Habrá que mantener la
atención sobre la dinámica de lucha autónoma por abajo en Paraguay, donde se
vienen en abril las elecciones, y en Perú. Paraguay es hoy el terreno de
disputa de tres sectores, el capital con el ejercito a su lado, la izquierda
tradicional que ha constituido un fuerte bloque popular para las elecciones
y la lucha autónoma de base, que no tiene la misma capacidad que existe en
Argentina. La crisis de estado que vive ese país ha llevado a las masas a
perder la credibilidad en las instituciones y los brasileños del PT y del
MST se encuentran dando apoyo a la salida electoral, al igual que la CTA y
Correos de la Emancipación de Argentina, de Attac ni hablamos, pues son los
principales interesados. El Forro de Porto Alegre, el Forro de Sao Paulo y
otras instancias de la vieja izquierda han neutralizado en parte la
capacidad de los autónomos para extender y entrelazar sus movilizaciones a
nivel regional, envolviéndolos en diálogos y mesas mientras la artillería
pesada se concentra en Paraguay reforzando la salida electoral. Estamos
ciertos de que la campaña por la abstención, aun incipiente, tiene un buen
terreno de expansión.

Hoy las condiciones son diferentes. Durante largos años, la izquierda
revolucionaria, el anarquismo y la autonomía, fueron arrinconados por el
predominio del reformismo etapista. Luego fue una época de expansión de las
ideas revolucionarias que no consiguió envolver a las grandes masas por el
carácter aparatista y vertical de sus orgánicas. Hoy las masas toman la
iniciativa y esta el terreno propicio para avanzar en la unidad en la acción
entre marxistas revolucionarios, anarquistas, situacionistas, autónomos y
comunidades originarias, con la condición de dejar los vicios y prácticas
anteriores y disponerse a aprender de la creatividad e iniciativa del ser
social en reconstrucción como sujeto real de la historia, ya no más los
viejos intelectuales colectivos.

La resistencia viene de abajo, de la Pachamama, no de las ideas.


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Nello

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