Colombia: Entre lungos y señoritos



Héctor Mondragón
Rebelión

En la refinería de petróleo de Barrancabermeja llaman "lungos" a los obreros
rasos, cuyo destino el trabajo manual duro. Son muchos y ganan muy poco;
casi todos son temporales y viven en los barrios bajos. Cuando los lungos
hacen huelga, los sistemas automáticos garantizan una producción mínima, así
la mayoría de los obreros calificados se unan a la protesta, porque mientras
no se apague la planta, gerentes, ingenieros y supervisores mantiene la
operación por algunas semanas, mediante "planes de contingencia".

En estos momentos el sindicato de trabajadores petroleros de Colombia, USO,
prepara una huelga para responder a la ofensiva del gobierno de Uribe y de
Isaac Yanovich, el banquero de inversiones privadas nombrado presidente de
la empresa estatal. Los obreros, que mediante su lucha obligaron a crear la
empresa nacional Ecopetrol, durante los últimos 25 años han resistido su
privatización, con un costo muy alto: 100 dirigentes y activistas sindicales
asesinados (4 durante el 2002, año en el cual han sido asesinados 160
sindicalistas en Colombia), 2 desaparecidos, 10 secuestrados, 31 detenidos
(6 de ellos aun en prisión) y 250 despedidos (11 de ellos hace pocos días).

En tan difíciles condiciones los petroleros colombianos preparan su huelga
para comienzos del 2003. La victoria del movimiento depende de si la
producción para. Por lo mismo la actividad del sindicato y el gobierno para
ganar a su lado a los ingenieros y supervisores es inmensa. Si ellos no
paran los obreros no tendrían más alternativa que parar las plantas, cosa
que implica enfrentar la represión militar que en 1971 -todos lo recuerdan-
eliminó de un balazo al obrero Fermín Amaya cuando iba a apagar la refinería
de Barranca.

El mundo al revés se vive en el país vecino, en Venezuela. Allá los lungos
trabajan intensamente mientras el llamado a la huelga es seguido con fervor
y sin vacilar por los gerentes. El 2 de diciembre El cuerpo gerencial de la
Refinería de PDVSA, desde muy tempranas horas obstaculizó el portón de
entrada de la refinería impidiendo con vehículos el paso de trabajadores, de
los lungos, quienes masivamente se presentaron a sus puestos de trabajo. El
mismo gerente general de la refinería y personal ejecutivo de relaciones
laborarles, pretendieron impedir el paso.

Pero la fortaleza de la huelga en Venezuela ha estado en las computadoras
que controlan la gigante y automatizada industria petrolera. Aunque PDVSA es
nominalmente del estado, estas computadoras están en manos de la empresa
mixta, Intesa, donde la parte dura del conocimiento está en manos de la
socia privada, la Science Aplications International Corporation S.A.I.C.
transnacional informática que cuenta entre sus administradores a los
exsecretarios de Defensa de Estados Unidos William Perry y Melvin Laird, a
los exdirectores de la CIA John Deutch, Robert Gates y el Almirante Boby Ray
Inman (exdirector de la National Security Agency) y a militares retirados
como los generales Wayne Downing (antiguo comandante en jefe de las fuerzas
especiales de USA) y Jasper Welch (excoordinador del Consejo Nacional de
Seguridad).

Desde los centros de cómputo se dirigió el atraco de buque-tanques
petroleros, que varios Capitanes de buque acogieron, pero que de todos modos
obligaba a los barcos a atracar, puesto que ninguno se mueve si no es
dirigido desde los centros de cómputo. Computadoras detenían operaciones
claves de las refinerías y de las entregas de gas vitales para la industria
metalúrgica del oriente. Lungos de la Guayana tuvieron que recuperar el gas
Los altos sueldos, privilegios y comisiones de los gerentes, jefes de
relaciones laborales, ingenieros de sistemas y Capitanes de buque se
convirtieron en arma eficaz de control político de las transnacionales que
quieren privatizar la industria petrolera de Venezuela (y Colombia y Ecuador
y Brasil...).

Una clase "media" así, con capacidad de consumo es hoy la base de la derecha
en Colombia y Venezuela (y vota por Bush, por Aznar o Berlusconi). Es la
fuerza electoral de Uribe Vélez y del golpe de Fedecámaras. Si Washington
exige mano dura en Colombia y guante de seda en Venezuela tiene su eco en
esa clase "media", que como Bush es sorda para oír de los asesinatos de
sindicalistas en Colombia, pero grita si le tocan un pelo a un gerente o a
un capitán de Altura venezolano, que calla si le quitan la tierra dos
millones de desplazados en Colombia, pero grita si la ley de tierras amenaza
los las fincas improductivas de los terratenientes venezolanos.

El 16 de septiembre los campesinos colombianos fueron cruelmente tratados
cuando desarrollaban una protesta al lado de las carreteras, su comida
quemada, el agua potable negada, la gente cercada por militares, líderes
detenidos, tres desaparecidos, delegados internacionales solidarios
deportados. Siete de los dirigentes de la protesta han sido asesinados
posteriormente, otro desaparecido y varios apresados o más amenazados de
muerte. La acusación "bloquear las vías". En Venezuela han respetado los
"trancazos" hechos con sus Mercedes Benz y BMW por "piqueteros" señoritos de
los barrios de clase "alta" y "media".

En Cali (Colombia) han sido atacadas incesante y brutalmente las marchas y
manifestaciones de los trabajadores de las empresas de servicios públicos
contra la privatización y de los jóvenes trabajadores aprendices del SENA
que exigen que se mantenga este instituto estatal de calificación obrera
sostenido con cotizaciones de los patronos. Nada dicen de esto los grandes
medios de comunicación internacional que tampoco muestran los diarios
enfrentamientos que en todas las poblaciones de la costa Caribe colombiana
se producen, cuando la empresa eléctrica privatizada trata de cortar la
electricidad de miles de deudores morosos. Ni la protesta popular ni la
represión estatal son noticia internacional si ocurren en Colombia, donde la
imagen que los medios proyectan solo permite hablar de terrorismo y droga.

A la clase "media", que cree y hace creíble a Bush y a los medios,
frecuentemente le llega el turno de ser víctima de sus héroes. Fue el caso
del corralito en Argentina. Entonces todo el pueblo se moviliza unido contra
los banqueros. Pero mientras esto no ocurra, veremos a los señoritos del
este de Caracas, del Chicó de Bogotá y de Miami, copar el corazón de los
medios.


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Nello

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