Venezuela:Una demostración de fuerza y organización



Red Bolivariana, 14 de Octubre de 2002

Alberto Nolia

La marcha de hoy fue una tremenda demostración de fuerza y organización. No
es sólo el aplastante número de personas que acudieron, que al menos
triplicó a la concentración opositora tres días atrás; también demostró la
capacidad logística de los sectores afectos al proceso de cambios.

Pude recorrer la concentración en la avenida Bolívar, así como, y muy
especialmente, su periferia. También la observé desde el último piso de los
edificos de Parque Central, desde donde se tiene una perspecutiva muy amplia
que, lamentablemente, no alcanza hacia las avenidas Fuerzas Armadas y Nueva
Granada, donde había un fuerte contingente chavista que no pudo llegar hasta
la Bolívar, de tan grande que era la multitud.

Realmente lo menos importante de este acto de masas es el aspecto numérico.
Sí, es cierto, fue una concentración gigantesca, aunque no es la primera vez
que el chavismo realiza actos de grueso calibre. Por ejemplo, el pasado 4 de
febrero, que movilizó multitudes ingentes en todo el país, por no hablar de
las manifestaciones hace exactamente seis meses, cuando millones de
ciudadanos, sin saber cuánto arriesgaban, se echaron a la calle hasta lograr
la liberación del Presidente secuestrado y la reinstauración del orden
constitucional. Lo realmente relevante no es que los actos de hoy
triplicaran o cuadruplicaran los de la oposición. No, el aspecto cualitativo
es aún más significativo que el cuantitativo.

Mientras el jueves 10 se dio rienda suelta al odio, al racismo, a la lucha
de clases invertida -de ricos contra pobres-, al sectarismo y la
segregación, el 13 de octubre fue una demostración de alegría, de fervor
popular y de identificación del país con el proceso de cambios y, porqué no,
con el líder de ese proceso. En lugar de los rostros desencajados por la
ira, las pancartas con textos insultantes, con incitaciones a la violencia,
en el acto chavista reinaba el deseo de empujar a Venezuela en una dirección
de ruptura con el pasado.

Daba gusto recorrer las avenidas cercanas a la Bolívar, como la Lecuna y la
México, donde millares de personas, visiblemente fatigadas por la larga
caminata y el calor inclemente, no podían ocultar su sonrisa, su
satisfacción por el éxito del acto.

Finalmente, qué contraste con la marcha de la oposición. La entrada de
Chávez a la avenida Bolívar por el extremo este de la misma, fue una
apoteosis de júbilo. En un espacio abierto, sin ecos ni nada que concentre
el sonido, era impresionante la gritería con que el público saludó al
Presidente seis meses después de su reintalación en Miraflores. Por eso creo
que nada resalta más que el contraste entre división y unidad. Mientras el
10 de octubre los sedicientes dirigentes opositores se enfrentaban, incluso
físicamente, para hacer uso de la palabra y dirigirse a la nutrida
concentración de odios reunida en el mismo escenario que tres días después
albergó a la alegría chavista, el 13 no hubo dudas sobre quién encarna el
liderazgo en el proceso de cambios. Los capos de la oposición se golpeaban
entre sí, intrigaban entre sí, se zancadilleaban entre sí y trataban de
robar notoriedad y protagonismo. Tres días después, quedó claro que nadie
discute el liderazgo y el poder de convocatoria de Chávez.


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Nello

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