Brasile: Hacia un nuevo bloque histórico



ALAI, América Latina en Movimiento
2002-10-10
Theotonio Dos Santos

La victoria de Lula en las elecciones presidenciales con poco más del 46% de
los votos abre una segunda vuelta electoral. Su adversario será José Serra,
del Partido de la Social Democracia Brasileña, que se encuentra en el poder
con Fernando Henrique Cardoso. Se encuentran eliminados de la segunda vuelta
dos candidatos de la oposición. Si sumamos los votos de oposición llegamos a
77% de los votos para presidente.


Esta cifra es absolutamente igual a los resultados presentados por los
estudios de opinión, según los cuales este mismo porcentaje de votantes no
votarían jamás en el gobierno actual. Los 23% de votos obtenidos por Serra
coinciden también con la proporción de ciudadanos que apoya el gobierno
Fernando Henrique Cardoso.


Estos datos indican claramente las dificultades que tiene el candidato del
gobierno para crecer en la segunda vuelta. Su principal recurso publicitario
es el de intentar separarse del gobierno. Pero Serra ha intentado usar esta
táctica en la primera vuelta sin mucho éxito. Solo le resta utilizar el
recurso del ataque personal al adversario, que le fue muy útil para
derrumbar las candidaturas de Roseana Sarney y de Ciro Gomes en la primera
vuelta. Si opta por esta táctica podrá encontrar un rechazo muy fuerte de
los electores. Una vez más los estudios de opinión indican una desaprobación
muy grande de la población a este tipo de maniobras.


Del otro lado, Luis Ignacio Lula da Silva se encuentra en la necesidad de
ganarse los votos correspondientes al electorado que apoyó los demás
candidatos de oposición. Para esto deberá reconstituir el Frente de
Izquierdas que funcionó para las elecciones de 1998 y que se mantuvo por un
año más o menos después de las elecciones.


Se plantea en consecuencia el tema del frente de izquierdas o de centro
izquierda, su posible composición, sus métodos de actuación, su programa y
su alcance. Sobre su composición se impone una definición de inmediato:
desde 1998 hasta el presente, se apartaron del frente los principales
partidos de izquierda, aliados al PT.


Trátase del Partido Socialista Brasileño que lanzó la candidatura
presidencial de Anthony Garotinho, ex -gobernador del estado de Rio de
Janeiro y del Partido Democrático Trabalhista que articuló un frente
Laborista que sirvió de apoyo a la candidatura de Ciro Gomes, lanzada
originalmente por otro miembro del frente de 1998, el Partido Popular Social
(ex - Partido Comunista Brasileño).


El primer problema que se plantea es la participación en el frente que apoya
a Lula en el momento actual del Partido Liberal que indicó el
vice-presidente de Lula, el empresario José de Alencar. ¿Los tres partidos
excluidos en la confrontación de la primera vuelta (PSB, PDT, PPS )
volverían a componer un nuevo frente, ahora más amplio?


Se planteará una cuestión más complicada cuando se discuta el carácter del
nuevo Frente. Si se trata de extenderlo al plan parlamentario para asegurar
una base al nuevo gobierno, habría que incorporar otras fuerzas políticas
para garantizar la mayoría en el parlamento.


En este plano se plantea la participación de miembros individuales o una
negociación más o menos amplia con partidos como el PMDB (que apoya
oficialmente a Serra pero que tiene amplias disidencias que apoyan a Lula).
O como el PTB (que apoyó oficialmente a Ciro Gomes pero que difícilmente
apoyaría a Lula en la segunda vuelta).


Hasta que punto estos partidos compondrían un frente de centro izquierda o
solamente aceptarían hacer arreglos parlamentarios en torno a proyectos
específicos. En este caso gran parte de las conversaciones se postergarían
para el período pós electoral. Estas indefiniciones podrían debilitar la
candidatura Lula en la segunda vuelta. Puede establecer dudas sobre la
viabilidad de su propuesta de gobierno, tema a ser explotado por José Serra.


El hecho más importante es sin embargo el fortalecimiento del Partido de los
Trabajadores como opción política e ideológica y como un amplio y
disciplinado aparato institucional que se extiende a todo el país. Hay que
señalar que un país con las dimensiones continentales de Brasil tiene mucha
dificultad de crear instituciones de dimensión nacional.


Las fuerzas armadas y la iglesia eran quizás las únicas institucionales
verdaderamente nacionales con que contaba el país hasta 1940. La creación de
un sindicalismo estatal, de ámbito nacional, durante el gobierno Vargas creó
las condiciones de una estructura nacional popular y de izquierda después de
muchas idas y venidas de nuestra vida constitucional, comprometida por el
golpe de Estado de 1964 . El PT contó aún con el apoyo de las organizaciones
de base de la Iglesia en su formación y consiguió un respaldo en todo el
país que pocos podrían esperar.


Es necesario señalar que, frente a la desnacionalización de la economía y el
compromiso tan acentuado con las políticas norteamericanas patrocinadas por
el gobierno actual, las fuerzas armadas brasileñas se han aproximado
significativamente del PT y de otras fuerzas de la izquierda en nombre de la
defensa de la seguridad nacional. El frente político que se arma en el país
gana así la dimensión de un bloque histórico con un vasto proyecto nacional


Este carácter se hace aún más presente cuando se observa una adhesión
creciente del empresariado al programa de la izquierda brasileña. El hecho
que el vicepresidente de la lista de Lula sea un importante empresario, ex
presidente de la Federación de Industrias de Minas Gerais es quizás una
demostración bastante evidente de esta amplitud y profundidad del bloque de
fuerzas que deberá unirse en esta elección.


Es un hecho evidente que un amplio continente de los empresarios del sector
productivo se ha alineado estrechamente con las candidaturas de izquierda y
con Lula en especial. Les une la confrontación creciente con las ventajas
obtenidas por el sector financiero y las altísimas tasas de interés (las más
altas del mundo) que les paga el Estado en detrimento de los intereses de la
producción y de los servicios.


Les une también el reconocimiento de la necesidad de un planeamiento
estratégico del país que permita retomar el crecimiento económico y el
mercado interno. Tratase particularmente de protegerse en contra de una
apertura indiscriminada de la economía que ha favorecido el capital
internacional. Esta preocupación se hace aún más angustiada con relación a
la adhesión de Brasil al ALCA que parece implicar en la quiebra generalizada
de la industria brasileña.


Por último, este nuevo bloque histórico se apoya en la necesidad de unir los
mercados del continente suramericano y quizás latinoamericano, con
extensiones hacia la África y hacia una relación más activa con China, India
y Rusia en la escena internacional y para un intercambio comercial y
tecnológico más fuerte.


Este proyecto nacional se opone drásticamente al proyecto neoliberal que
domina la cabeza de las fuerzas en el poder. No hay duda que sectores del
PSDB se sienten atraídos hacia un programa con estas características. Pero
ellos temen sobretodo un posible choque con los Estados Unidos y con el
sistema financiero internacional. Sin embargo no hay duda que la
demostración de la posibilidad de una política de crecimiento sin inflación,
de la distribución del ingreso sin fuerte crisis sociales, de una política
de soberanía nacional sin choques internacionales muy graves los haría
cambiar rápidamente de lado.


Esta ha sido la opción del pueblo brasileño en su aplastante mayoría
conforme su manifestación en las elecciones del 6 de octubre. Más de cien
millones de brasileños fueron a las urnas a enviar un recado muy claro a la
elite política brasileña. Y escogieron a un trabajador para dirigir una
nueva etapa de la historia de Brasil, con fuertes repercusiones en todo el
mundo.


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Nello

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possible