Argentina: The New York Times falsea pretensiones separatistas de la Patagonia.



Alejandro Blanca

¿Alguien quiere separarse de Argentina? Un reportaje de Larry Rohter,
corresponsal del New York Times en Buenos Aires, en el que afirma que
existen serias pretensiones secesionistas en la Patagonia provocó
airadas reacciones de políticos y catedráticos argentinos, quienes
negaron esa versión y advirtieron que la nota entrañaba oscuras
intenciones de Washington. La Patagonia, una región de casi 790 mil
kilómetros cuadrados (similar en extensión a Turquía) ubicada en el
extremo austral del continente, está integrada por las provincias de
Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra de Fuego y es vital
para el país, pues abarca poco menos de la mitad del territorio
argentino, gran parte de sus reservas de agua potable, una importante
infraestructura hidroeléctrica y el 80 por ciento del petróleo y el
gas natural.

En el reportaje, titulado "Algunos en Argentina ven la secesión como
una respuesta a la crisis económica", Rohter afirma que con la
profundización de la esta situación, se ha incrementado el interés de
los patagónicos de separarse de la República. Advierte que "la
autonomía política, la integración regional y hasta la secesión son
abiertamente discutidas como posibles soluciones". Sostiene que la
independencia haría de la Patagonia "un país escasamente poblado
(menos del 5 por ciento de los 37 millones de argentinos viven allí)
pero muy próspero". Señala que tradicionalmente, el resentimiento
hacia el gobierno federal es especialmente fuerte en esa región, "que
se ve a sí misma como una hijastra descuidada por el resto del país".
Hasta los años cincuenta, fue administrado como un territorio federal;
sus residentes no podían elegir a sus propios gobernadores y
legisladores

El reportero estima que "mucho del deseo de un cambio en las
relaciones con el resto de Argentina ha sido provocado por la reciente
propuesta del gobierno de Eduardo Duhalde de fusionar las dos
provincias ubicadas más al norte de la Patagonia, Neuquén y Río
Negro". Y ejemplifica: "Como una señal del severo colapso económico
del país, la localidad de Carmen de Patagones, el condado más sureño
de la quebrada provincia de Buenos Aires, está buscando terminar esa
afiliación para unirse a la nueva provincia". Según la propuesta
gubernamental, la unión de dos o más provincias, que estaría sujeta a
un plebiscito, es una medida para reducir la burocracia y el gasto.
Pero, Rother subraya, "como la revista Parlamentaria advirtió
recientemente: 'Hay también sectores que advierten sobre la
posibilidad de que ciertas provincias se estén agrupando como un
primer paso hacia una posible independencia de Argentina'".

Rother da algunos ejemplos de la supuesta intención secesionista en la
región. Así, cita al director del programa de estudios regionales de
la Universidad de Comahue, Gerardo Mario de Jong: "Lo que está ganando
espacio es una búsqueda de soluciones. La gente se está cuestionando
el concepto de un único centro de poder nacional al que muchos de
nosotros culpamos por nuestros problemas". En el artículo se destaca
que en una encuesta elaborada en mayo pasado, el 53 por ciento de la
gente dijo que quería una Patagonia independiente; el sentimiento por
la separación fue más fuerte entre la gente joven, el grupo con el
mayor nivel de desempleo, de los cuales 78 por ciento dijeron que
apoyarían una secesión. Elfo Kruteler, un profesor de francés y
artista, habría explicado al periodista los motivos en los que se
apoya una presunta iniciativa independentista:

"Si comparamos el área norte del Río Colorado con el área hacia el
sur, veremos que ya tenemos dos países separados. Se llevan todo de
aquí, nuestro petróleo y gas, madera y minerales, y no nos dan nada a
cambio excepto problemas". Señala que como en el resto de la
Argentina, la mayoría de los residentes de la Patagonia son de
ascendencia española o italiana.

Pero en esta región, hay un mayor porcentaje de europeos de otros
orígenes, yugoeslavos, galeses, alemanes y franceses. Jorge Sobisch,
el gobernador de Neuquén, tiene ascendencia croata y explica: "No es
claro si esto es un factor importante, pero los habitantes de la
Patagonia se consideran a sí mismos diferentes de los demás argentinos
por la topografía de la región, su lejanía y por el hecho de que la
mayor parte de la inmigración comenzó a principios del siglo pasado".
Pero el diario Río Negro se abocó a verificar la información del
reportaje del New York Times y encontró testimonios que contradecían
al corresponsal estadunidense, además de que en las provincias
australes parece no haber indicios de algún movimiento separatista. El
gobernador Sobisch aseguró que la independencia de la Patagonia del
resto del país "no existe en mi cabeza, ni en la de ningún argentino.
De hecho, la secesión está en las antípodas de la integración". Si
bien consideró que es necesario negociar una nueva relación entre la
provincia y el gobierno central, "nadie está hablando de eso (la
secesión)".

En el Congreso, diputados y senadores de la región negaron
categóricamente que semejantes intenciones estuvieran en los planes de
los gobiernos y los ciudadanos patagónicos.

Por su parte, el profesor De Jong desmintió las declaraciones suyas
que publicó el diario estadunidense y atribuyó ese artículo a "una
intencionalidad del Departamento de Estado para quedarse con las
riquezas naturales de la región". Explicó que "lo que yo le dije al
periodista estadounidense es que los localismos no deben ser
interpretados como una tendencia, si él insistía en presentarla como
me dijo a mí e hizo, es algo que obedece a alguna intencionalidad que
habría que analizar de dónde viene". El catedrático agregó que le
parecía, "al menos, sospechoso el artículo de Rother, pues yo no dije
lo qu! e escribió, lo que si dije es que hay dos provincias que están
proyectando fusionarse y que hay un federalismo en el país que viene
desde nuestros propios orígenes".

De Jong se quejó porque "se utilizaron sus declaraciones para forzar
esa idea". Por lo pronto, apuntó, lo cierto es que "existen denuncias
justamente sobre esta intencionalidad del Departamento de Estado con
respecto a favorecer las integraciones regionales a los efectos de un
mejor manejo del mundo, que de alguna manera contribuye al desarrollo
de los países".

El diario estadunidense no ha hecho ninguna aclaración respecto a los
desmentidos de De Jong y de los funcionarios patagónicos.
Pero la acusación sobre las intenciones de Estados Unidos sobre la
Patagonia no es nueva. De hecho, analistas señalan que los rumores
sobre secesión, los proyecto de unir dos o más provincias en una sola
y la compra de grandes extensiones de tierra en Argentina y Chile por
magnates estadounidenses están relacionados con un plan impulsado por
el Departamento de Estado para desestabilizar la región, aprovechando
el caos en Argentina.

El tema de la adquisición de terrenos en los países del sur del
continente por parte de magnates estadunidenses es algo que preocupa a
las autoridades de los gobiernos de la región, pues esta tendencia ha
sido especialmente intensa en los últimos años. En 1998, el
multimillonario Douglas Tompkins compró unas 330 mil hectáreas de la
provincia de Palena, ubicada en la décima región de la Patagonia
chilena, y 146 mil 925 hectáreas en Santa Cruz, Argentina. Y hay más:
la compañía de ropa Benetton, dueña de más de dos millones de acres de
estancias con ovejas en la Patagonia es el mayor terrateniente de la
región, y otros extranjeros como el multimillonario Ted Turner, han
comprado extensos ranchos y complejos de deportes invernales. En
respuesta a esa fiebre mercantil, varios legisladores argentinos
presentaron el año pasado una propuesta de ley para detener la venta
de tierras privadas y fiscales a extranjeros, por considerar que esas
operaciones atentan contra la soberanía nacional.

Los parlamentarios acudieron al doctor Juan Enríquez, del Centro David
Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de
Harvard, para fundamentar su iniciativa. Enriquez, de origen mexicano,
les presentó un informe al respecto y aseguró que, "en el futuro, la
fragmentación territorial cumplirá una función destacada para el
reordenamiento global, en cuyo marco es posible que surjan nuevos
países en América Latina: en Chile, Argentina y Brasil
específicamente".

El especialista en temas geopolíticos explicó que existen "afinidades
preocupantes" entre la adquisición de tierras en Chile y Argentina con
otras operaciones en el continente que fragmentaron a varios países,
por ejemplo, "las tierras de Tompkins están bajo régimen de las leyes
de Impuesto y Renta de los Estados Unidos, y no bajo la legislación
chilena y argentina"

Así, explica el académico, "las concesiones madereras otorgadas por
Guatemala al Reino Unido en las costas del Mar Caribe condujeron a la
independencia de la Honduras Británica en 1981, un proceso que acabó
convirtiendo este territorio guatemalteco en la nación independiente
de Belice. Definitivamente la fragmentación encargada a la iniciativa
privada, como en el caso de Belice, se ajusta perfectamente al proceso
que vive hoy la Patagonia. De hecho, no es un secreto que Tompkins
tiene fuertes vínculos con el Departamento de Estado tal como los
tuvieron en su momento los magnates de la industria maderera (con el
Reino Unido)".

Para Domingo Schiavoni, ex diputado provincial del Partido
Justicialista (PJ), las negociaciones entre los gobiernos de Río Negro
y Neuquén, por una parte, y de Salta, Jujuy y Tucumán, por otra, para
conformar dos provincias y ahorrar gastos administrativos, no son
iniciativas de austeridad para acotar el gasto político.

"Hay que descubrir en ello la punta de un iceberg perverso que
reconoce otros antecedentes", señaló Schiavoni y citó a un renombrado
geoestratega árabe, quien en un programa de TVE, de España, denunció
que "ya circulan en oficinas estatales de los Estados Unidos mapas del
Brasil, donde no figuran ni su parte de la Amazonia ni las ricas y
fértiles tierras del Pantanal". En cuanto a Argentina, el ex
legislador advierte tajantemente que, uniendo todas las partes, ese
proyecto de regionalización no es otra cosa que un intento "obsceno"
de desmembrar el país y destruir su identidad. Y Explica: "Si esas
regiones alcanzaran autonomía administrativa podría darse el caso de
que renegociaran unilateralmente sus respectivas cuotas de la deuda
externa, concesionando servicios públicos esenciales a compañías
extranjeras, entregando territorio a empresas vicarias del imperio y
liquidando su patrimonio, sin participación alguna de la nación
Argentina.

"En ese dibujo arbitrario y diseñado por la extranjería y sus socios
locales, figura desde hace varios años la intención de anexar Santiago
del Estero a San Luis y Córdoba, desmembrando el noroeste argentino",
concluye el ex legislador.

Los dirigentes del Sindicato Unificado de los Trabajadores de la
Educación Fueguina advierten que un signo de las "malas intenciones de
los norteamericanos" es el decreto firmado en 2001 por Carlos
Manfredotti, gobernador de Tierra de Fuego, la provincia más austral
de Argentina, para ceder tierras en el centro de la región para la
instalación de una base estadounidense que realizará "estudios
nucleares con fines pacíficos". El sindicato asegura que,
posteriormente, los estadounidenses establecerán instalaciones de
misiles en esa base, "como una cabeza de playa para controlar la
región". La estrategia estadounidense estaría vinculada a la creación
del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y "el
desmembramiento del país".

Quienes advierten de esta "jugada" de Washington alertan que las
intenciones van más allá de una división territorial. Heinz Dieterich,
periodista experto en geopolítica, señala en un artículo publicado en
el diario digital Unilatina 21 que el objetivo, en el mediano y largo
plazo, de esa política de Washington es "garantizar Estados sumisos y
controlables en la región". La estrategia contempla, en el corto
plazo, "asegurar el fracaso del Mercosur, impedir el triunfo del
Partido de los Trabajadores en Brasil, derrocar a Hugo Chávez en
Venezuela, ampliar el Plan Colombia a los países vecinos e imponer el
ALCA", asegura Dieterich.

Ante señalamientos como el de este periodista de izquierda, la derecha
reacciona con escepticismo y considera que hablar de imperialismo en
estos tiempos suena anticuado y es un delirio más que un análisis
serio.

Sin embargo, la abierta intervención de las representaciones
diplomáticas de Estados Unidos en la crisis que derivó en el efímero
golpe contra Chávez, en la promoción del componente militar del Plan
Colombia en los países del Cono Sur y en los recientes comicios
presidenciales de Bolivia -donde el embajador llamó abiertamente a la
población a no votar por el candidato cocalero Evo Morales-, así como
las presiones en el mercado bursátil de Brasil ante el avance
electoral de Lula, el candidato más fuerte de la izquierda, no parecen
coincidencias inofensivas.

Que el diario más influyente de Estados Unidos plantee el tema de la
secesión en la Patagonia sin que exista un verdadero debate en la
región, también da que pensar.

De Rebelión

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Nello

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