BRASIL: Niños narcotraficantes no temen a la muerte



Mario Osava

RIO DE JANEIRO, sep (IPS) - Muchos niños y adolescentes de esta ciudad
brasileña siguen nutriendo las filas del narcotráfico, pese a saber que
morirán precozmente, como lo comprueban estudios y estadísticas al respecto.

"Para cada uno que muere o que logramos sacar de la actividad hay 20
dispuestos a incorporarse", dijo a IPS Luke Dowdney, el antropólogo
británico residente en Brasil desde hace cuatro años que coordinó un estudio
sobre los jóvenes involucrados en la "violencia armada organizada" en Río de
Janeiro.

Los niños de los barrios pobres prefieren "vivir bien algunos años", pese al
riesgo de vida que corren, ya que saben que para ellos no hay alternativas u
oportunidades, observó Dowdney, investigador de las organizaciones no
gubernamentales locales Instituto de Estudios de Religión y Viva Río.

Los 10.000 empleados del narcotráfico, 5.000 o 6.000 de los cuales son
menores de 18 años, ganan mucho más que en cualquier otra ocupación a la que
podrían acceder por su baja escolaridad y su origen pobre y residente en
barrios marginales.

El estudio coordinado por Dowdney de 192 páginas, disponible en el sitio
www.desarme.org, destaca que entre diciembre de 1987 y noviembre de 2001
murieron a tiros en Río de Janeiro 3.937 menores de 18 años, según datos
oficiales.

Los expertos compararon esa cifra con el saldo de víctimas de la guerra
entre israelíes y palestinos, que cobró 467 vidas de menores de 18 años en
el mismo lapso.

Las estadísticas donde se confirman que la violencia en Río de Janeiro
cuesta más vidas de niños y adolescentes que las registradas en las guerras
de Afganistán, Sierra Leona y Yugoslavia o en el actual conflicto armado
interno de Colombia fueron presentadas en un seminario realizado el 9 de
este mes en esta ciudad brasileña.

Pero la mortalidad de los jóvenes reclutados por el narcotráfico puede
aumentar en las próximas semanas, ante el recrudecimiento de la guerra entre
los cuatro grupos que dominan el negocio de las drogas ilícitas en Río de
Janeiro, lamentó Dowdney.

El antropólogo británico relacionó esta posible escalada de la violencia con
el asesinato el día 11 de cuatro dirigentes de la facción "Amigos de los
amigos" en el presidio de alta seguridad Bangú I, en medio a una rebelión
encabezada por un bando rival, el Comando Vermelho (Rojo).

Los traficantes del grupo golpeado ordenaron el cierre del comercio en nueve
barrios, quemaron autobuses, ametrallaron escuelas y otros edificios,
provocando pánico entre la población.

"Oímos tiros durante tres horas en la favela (barrio hacinado) donde estaba"
en la noche, dijo Dowdney, quien presume nuevos enfrentamientos entre ambas
bandas por venganza y en disputa de locales de venta de drogas. Los niños y
las familias que quedan en el fuego cruzado serán las principales víctimas,
apuntó.

Los tiroteos y muertes suelen aumentar en Río de Janeiro cuando algún hecho
rompe el equilibrio entre los grupos de traficantes. La rebelión en la
cárcel de Bangú I indica, además, que los jefes siguen liderando el crimen
organizado desde la propia prisión.

La cantidad de muertos y heridos por "balas perdidas" en la ciudad se
explica en parte porque los "combatientes" del narcotráfico son cada vez más
precoces. La edad promedio de ellos es de 15 años.

A esa edad aún no cuentan con la pericia suficiente para el manejo de armas,
pero intentan compensar esa debilidad tirando muchos tiros, con los
fusiles-ametralladoras de que disponen.

Las armas más comunes, que en los años 80 eran los revólveres calibre 38,
han evolucionado a fusiles de guerra rusos y estadounidenses AK-47 y AR-15.
Eso se nota entre los heridos asistidos en un hospital especializado en
traumas.

Las heridas más comunes en el pasado eran de agujeros de bala de entrada y a
veces también de salida, pero ahora aparecen "jóvenes mutilados, con el
brazo o la pierna destrozados", indicó Dowdney, basado en testimonios de
médicos del sector de emergencia del hospital Souza Aguiar.

La foto de un niño de 12 años, operado en ese hospital, "debería ser
publicada" por el impacto que puede provocar. "La bala (le) arrancó la
mandíbula, él está con la lengua colgada, sin mentón, el rostro demostrando
terror y pánico", declaró uno de los médicos a los investigadores de los
grupos no gubernamenales.

La mortalidad de adolescentes de entre 15 y 17 años es ocho veces mayor que
entre los 13 y 14 años, comprobó la misma investigación. Eso indica que a
partir de los 15 años pasan a funciones armadas, superando la fase de
entregadores de drogas, centinelas o mensajeros reservada para los niños.

Una persona está en la infancia "hasta los 13 años", pues a partir de
entonces "ya es adulto", afirmó un "gerente" (jefe de ventas de drogas).

En Colombia se calcula que la guerrilla izquierdista y los paramilitares de
derecha emplean entre 6.000 y 7.000 niños y niñas en el conflicto armado,
señaló Iván Ramírez, sociólogo de la Universidad de Antioquia y activista de
la Coalición que lucha contra esa realidad.

La facilidad y mayor oferta de armas en el mercado globalizado contribuye al
aumento de la violencia en las grandes ciudades, destacó en el seminario
Rebecca Peters, directora de la Red Internacional de Acción Contra Armas
Pequeñas, que defiende una regulación más rígida para el comercio mundial de
armas

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Nello

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