Argentina: la institucionalizacion del autoritarismo





Claudio Lozano

I. LA RENUNCIA DE DUHALDE:

El punto fundamental a destacar para comprender la etapa económica y
política que se ha abierto en la Argentina es el siguiente: "el
gobierno de Duhalde ha renunciado a conducir la transición con destino
a la consolidación del proceso de democratización. Sus definiciones en
el marco de la economía y los términos del anticipo electoral
planteado determinan condiciones para el ejercicio de un mayor
autoritarismo político".

Surgido del colapso del régimen de desigualdad que rigiera nuestro
país durante el período 1976-2001, y en el marco de una profunda
crisis de representación política que evidenciaba un importante
cuestionamiento a la hegemonía de los sectores dominantes, el gobierno
no sólo no asumió esta situación transformando el clima social vigente
en la posibilidad de una nueva salida, sino que con sus definiciones
permitió la afirmación de un cuadro de violencia económica que se ha
expresado en arrojar cerca de 750.000 personas por mes bajo la línea
de pobreza y que ha posibilitado incluso la reedición de fenómenos
aberrantes de violencia represiva.
Desde el momento en que el Gobierno renunció a definir regulaciones
elementales en el terreno de la economía que le permitieran replantear
la regresividad distributiva vigente mediante un nuevo posicionamiento
frente a los organismos internacionales, por vía de una regulación
expresa del mercado cambiario, del sistema de precios y del sistema
financiero, renunció a sentar bases elementales para una salida
democrática. Al afirmar, tal cual lo hiciera en su momento Remes y
luego también Lavagna, que no podía estructurarse un plan sin acuerdo
con el FMI, se le transfirió a este organismo la capacidad de
condicionar el conjunto de la política económica. A su vez , al
definir el denominado régimen de flotación cambiaria le trasladó a los
exportadores y a los bancos el manejo del tipo de cambio y, por lo
tanto, de la distribución del ingreso. Por último, y tal cual se
observa hoy con la misión de notables que visitará el país con el
objeto de discutir el plan monetario, se le ha trasladado a la Banca
extranjera la capacidad de diseñar el futuro del sistema financiero
argentino. De este modo, le ha trasladado a los actores mencionados el
poder para determinar los términos de la salida de la crisis. Poder,
que a su vez supone el traslado a estos mismos actores de una elevada
capacidad de "daño" frente a cualquier amenaza que suponga una pérdida
del control político institucional.

En este marco, la "trampa " a la que asiste la sociedad argentina
consiste en aceptar pasivamente el presente contexto, lo cual en la
práctica implica asumir un proceso de "estabilización de la depresión
económica vigente", o bien cuestionarlo aceptando la amenaza de un
desmadre hiperinflacionario. Es más, será la amenaza de este segundo
escenario la que pretenderá esgrimirse como fundamento legitimante de
la "estabilización depresiva".

II. EL ESCENARIO DE LA ESTABILIZACION DEPRESIVA

Para que éste se consume debe observarse cierta alza controlada sobre
el tipo de cambio de manera tal que este oscile hacia fin de año en
una franja ubicada entre los $4 y los $4,50. El control de esta
variable en el presente dispositivo de política económica tiene dos
alternativas de hierro: el mantenimiento de una política monetaria
absolutamente restrictiva acompañada de una mayor concentración del
sistema financiero y/o la aplicación de un Bono compulsivo que
transforme en deuda pública la crisis financiera vigente. Ambas
opciones tienen un común denominador: implica que para la presente
política económica (que convalida la dolarización y la apertura
financiera de la economía argentina) la única alternativa que permite
contener el tipo de cambio es la recesión. Asimismo, queda claro que
en el esquema actual la tranquilidad cambiaria también reconoce
importantes efectos institucionales. A saber: "que la Corte frene los
amparos que obligan a los bancos a devolver el dinero a los ahorristas
(dinero que a su vez presiona sobre el tipo de cambio) exige impedir
la remoción del Supremo y Miserable Tribunal".
El escenario que estamos describiendo implica un acuerdo tácito (de
mínima) con el FMI basado en ir prorrogando los distintos vencimientos
y asociando cada caso con sucesivas presiones dirigidas
fundamentalmente a observar la evolución fiscal y el reordenamiento
(concentración) del sistema financiero. El acuerdo más estructural con
el Fondo asociado a reformas que aluden a posibles procesos de
regionalización que alteren incluso el mapa institucional del país,
liquidación de la Banca Pública y mercantilización de la educación
quedará, a no dudarlo, para el futuro gobierno. En este contexto las
reservas podrían exhibir una situación levemente declinante y la
inflación minorista se ubicará en torno al 90% definiendo de este modo
una caída promedio de los salarios para el conjunto del año del orden
del 45%. El tipo de resolución de la crisis financiera y el deterioro
en los ingresos indican que se profundizará la recesión y que,
efectivamente, Argentina finalizará el año 2002 con 23 millones de
argentinos bajo la línea de pobreza y casi 11 millones de personas en
situación de indigencia.

Cabe consignar que lo expuesto si bien resulta irracional desde el
punto de vista del interés social y del conjunto de la población,
tiene coherencia en relación al reordenamiento del bloque dominante y
de la nueva coyuntura internacional. El final de la Convertibilidad
fue precipitado por un hecho fundamental: en la fase depresiva del
régimen convertible que se iniciara en 1998,y frente a un contexto
internacional que comenzaba a racionar el ingreso de capitales y el
financiamiento externo, si bien la depresión tendía a abultar el saldo
comercial y, por lo tanto, recomponía la capacidad de pago de la
Argentina, se profundizaba el desequilibrio fiscal por el efecto de la
recesión sobre la recaudación y la imposibilidad de reducir el gasto
público al nivel necesario ya que toda reducción agudizaba aún más la
recesión y la caída de recursos. Por lo tanto, hacía imposible
alcanzar resultados fiscales compatibles con el repago de la deuda.

Es en este punto que sobreviene el final decretado por el FMI. Así las
cosas, la salida devaluacionista impactó profundizando la recesión y
elevando el saldo comercial pero, a su vez, el impacto inflacionario
tiende a equilibrar las cuentas públicas induciendo una caída del
gasto público real del orden del 50% en el año y recomponiendo los
recursos por vía del aumento de los precios. Esta direccionalidad
supone un replanteo en el ordenamiento del bloque dominante. En tanto
el régimen convertible articulaba en un contexto de abundancia de
financiamiento externo y dólar fijo, los intereses de los acreedores
externos, los consorcios dueños de las empresas privatizadas y la gran
banca privada local y extranjera; hoy sin financiamiento y con dólar
alto se articulan los intereses de los grandes grupos exportadores con
el de los acreedores externos siguiéndole en importancia la banca
extranjera y quedando para el último lugar las privatizadas. Debe
quedar claro que una direccionalidad de este tipo transforma a la
recesión doméstica en una situación permanente y que se afirma un tipo
de Argentina factoril con baja capacidad de generar empleo y con
salarios sumamente reducidos (no más de u$100). Puede observarse que
el escenario planteado define con claridad que en el rumbo vigente no
hay oferta alguna ni de sociedad ni de democracia. Lo que se
consolidaría es un proceso de mayor concentración, exclusión y
autoritarismo político.

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Nello

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