Argentina: alle porte della dissoluzione nazionale



Tedéum de alta seguridad y duras críticas El Presidente caminó hasta la
Catedral con la plaza cerrada al tránsito por cuadras a la redonda. El
arzobispo le endilgó uno de los más duros sermones que haya escuchado un
presidente, atacando el internismo, la miopía de los políticos y "la
tentación de la violencia, del caos, del revanchismo". Avisó que estamos "a
las puertas de la disolución nacional" por "la inercia".
El arzobispo al comienzo de la ceremonia, pasando por al lado de la pareja
presidencial.


Por Washington Uranga http://www.pagina12.com.ar/

 En la Catedral, ante Eduardo Duhalde y todos sus ministros, el jefe de
Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, militares y diplomáticos acreditados en el
país, el cardenal Jorge Bergoglio pronunció uno de los más duros sermones
que mandatarios y dirigentes políticos hayan escuchado en un Tedéum
(ceremonia de acción de gracias) de 25 de Mayo desde el retorno de la
democracia. El arzobispo de Buenos Aires habló del "peligro de la disolución
nacional", del "internismo faccioso", al que calificó como el "más cruel de
los deportes nacionales", insistió en la necesidad de hacer cumplir la ley,
porque es "condición de justicia, de solidaridad y de política" y porque
evita caer "en la tentación de la violencia, del caos, del revanchismo",
criticó a quienes esperan salidas "mágicas", resaltó la "silenciosa e
increíble resistencia de un pueblo humilde que defiende sus reservas y se
niega a ceder su fe y sus convicciones, que lucha contra el desgaste" e
insistió en que "tenemos razones para esperar" si se escucha "el llamado a
la tarea común" sin "disfrazar nuestros límites" sino aceptando "la alegría
de compartir, antes que la inquietud de acaparar".

Grupos de manifestantes de asambleas barriales y grupos de ahorristas que
reclaman contra los bancos, sólo pudieron gritar sus protestas a lo lejos,
porque la policía les impidió llegar hasta la Plaza de Mayo para evitarle a
funcionarios y legisladores el mal momento de los reclamos y de los
insultos. También se cerraron los accesos del subte a la plaza y la hora de
la ceremonia se adelantó para evitar a quienes querían protestar. El jefe de
Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, dijo que "me enteré esta mañana" del
sorpresivo adelantamiento de la hora del Tedéum, inicialmente previsto para
las once de la mañana y que comenzó minutos antes de las nueve. Las
consignas hostiles se sintetizaron en el ya consensuado "que se vayan todos"
. Gracias al cerco policial, el Presidente pudo recorrer a pie los poco más
de cien metros entre la Casa Rosada y la Catedral, mientras lo aplaudían y
cantaban la marcha peronista un centenar de partidarios que fueron
autorizados a ingresar a la plaza por las calles San Martín y Bolívar.

En el templo, donde había unos cuatrocientos invitados, Duhalde ocupó un
lugar de privilegio junto a su esposa, Hilda González, y escuchó todas las
afirmaciones de Bergoglio con gesto adusto y tratando de no traslucir sus
estados de ánimo. En al altar, el arzobispo de Buenos Aires estuvo
acompañado por todos sus obispos auxiliares, el nuncio apostólico en la
Argentina, Santos Abril, y autoridades de todas las iglesias y confesiones
religiosas que tienen comunidades en el país.

"Hoy como nunca, cuando el peligro de la disolución nacional está a nuestras
puertas, no podemos permitir que nos arrastre la inercia, que nos
esterilicen nuestras impotencias o que nos amedrenten las amenazas", dijo
Bergoglio, leyendo desde el púlpito un texto que sólo abandonó para poner
énfasis o subrayar aspectos que consideró especialmente importantes. "No
retornemos a la soberbia de la división centenaria entre los intereses
centralistas, que viven de la especulación monetaria y financiera, como
antes del puerto, y la necesidad imperiosa del estímulo y promoción de un
interior condenado ahora a la 'curiosidad turística'. Que tampoco nos empuje
la soberbia del internismo faccioso, el más cruel de los deportes
nacionales, en el cual en vez de enriquecernos con la confrontación de las
diferencias, la regla de oro consiste en destruir implacablemente hasta lo
mejor de las propuestas y logros de los oponentes", agregó.

"Que no nos corten caminos las calculadoras intransigencias en nombre de
coherencias que no son tales", siguió diciendo. "Que no sigamos
revolcándonos en el triste espectáculo de quienes ya no saben cómo mentir y
contradecirse para mantener sus privilegios, su rapacidad y sus cuotas de
ganancia mal habidas, mientras perdemos nuestras oportunidadeshistóricas, y
nos encerramos en un callejón sin salida", sentenció. El arzobispo porteño
entró de manera directa en todos los temas pendientes de la coyuntura
política.

Hay que "hacer cumplir la ley, que nuestro sistema funcione," dijo
Bergoglio, para que el país sea "ese lugar de encuentro y convivencia, de
trabajo y celebración que queremos, y no un café al paso para los intereses
golondrina del mundo; esos que llegan, extraen y parten". Y denunció "una
sorda guerra que se está librando nuestras calles entre enemigos que se
entrecruzan manejados por sórdidas organizaciones, aprovechando el desamparo
social, la decadencia de la autoridad, el vacío legal y la impunidad". Tras
reconocer que todos tenemos culpas pero también talentos, el arzobispo
rescató que "hay en toda la sociedad un anhelo ya propuesto, insoslayable,
de participar y controlar su propia representación, como aquel día que hoy
rememoramos en que la comuna se constituyó en Cabildo".


Nello

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