Argentina: QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA", PRESIONO DUHALDE SI NO APRUEBAN EL PLAN BONEX



Una guerra en la city entre los diosex Eduardo Duhalde salió a atemorizar a
propios y extraños, diciendo que si no sale la ley del canje de plazos fijos
por bonos, abrirán los bancos con consecuencias imprevistas. Con semejante
aliado, los bancos se lanzaron a una guerra entre ellos para quedarse con
los restos del sistema.
El feriado bancaria y cambiario se levantaría el viernes en caso de que se
apruebe la ley en el Congreso.

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Por Claudio Zlotnik
 "Que sea lo que Dios quiera" no es la frase que los argentinos agobiados
por la crisis esperarían escuchar de su Presidente. Refiere a que la suerte,
y no la gestión del Gobierno, permitirá salir adelante. Pero Eduardo Duhalde
utilizó la expresión para referirse a que los bancos reabrirán sus puertas
antes de que finalice la semana, aun cuando el Congreso no apruebe el Plan
Bonex 2002. Llegado el caso de que los legisladores eludan los deseos del
Ejecutivo, "los bancos igual abrirán, y que sea lo que Dios quiera", dijo el
jefe de Estado, en perfecta sintonía con el reclamo de los bancos. La nueva
versión del Bonex debe ser la única cuestión que hermana a las entidades
financieras. Lejos de cualquier manifestación de fe y unión espiritual, en
la city hay una guerra. Para sellar la advertencia del jefe de Estado,
anoche el Banco Central emitió un comunicado oficial levantando el feriado
bancario para el próximo viernes. Para las entidades, el canje compulsivo de
los depósitos es indispensable para mantenerse en pie, y quisieran incluir a
las cajas de ahorro y cuentas corrientes. En franca presión al Congreso,
Duhalde dejó en manos de Dios los destinos del país si diputados y senadores
no cumplían con su parte.

En medio del terremoto económico, los principales bancos se declararon la
guerra. Si bien se pactan treguas para ponerse de acuerdo en los temas más
candentes, como el pedido del Plan Bonex o el feriado, puertas adentro
existen zancadillas, operaciones y fuego cruzado. La guerra tiene su lógica:
expertos consultados por Página/12 señalaron que es habitual que los bancos
más poderosos aprovechen épocas de crisis para expandirse ya que, de
lograrlo, lo hacen a un ritmo más importante que en épocas normales. Y
recuerdan la fuerte expansión del Citibank en medio del Tequila tras
adquirir al caído Banco Mayo.

En la city reconocen dos grandes bandos en pugna. Por un lado, las entidades
españolas (BBVA Banco Francés y Santander-Río) y, por el otro, los
estadounidenses Citibank y BankBoston junto al aliado inglés HSBC, comandado
por Emilio Cárdenas. Un tercer grupo, conformado por entidades menores, como
el alemán Dresdner, el holandés ABN Amro y el Credit Suisse First Boston, de
David Mulford, se ubicaron más cerca del grupo estadounidense-inglés.

Un par de datos que reflejan la quiebra en el establishment financiero.
Julio Gómez, un veterano dirigente que fue titular de la cámara que agrupaba
a la banca extranjera, asumió durante una íntima reunión de banqueros de
hace un par de semanas que nunca había visto "tan disgregada" a esa
asociación bancaria. El propio Enrique Cristofani, presidente del
Río-Santander, no oculta su insatisfacción, aunque sea por cuestiones
menores e incluso frente a funcionarios, cuando hay reuniones maratónicas
los fines de semana y faltan los representantes de bancos estadounidenses.
"Yo siempre pongo la cara; no soy como (Manuel) Sacerdote" (BankBoston), se
le escuchó un tiempo atrás. En vez de ir a Economía, Sacerdote siguió las
negociaciones por teléfono desde Punta del Este.

El intercambio de municiones se acrecentó a medida que pasó el tiempo y la
crisis se agudizó. En el último cortocircuito, una alta fuente del BBVA
Francés acusó al Citibank de ser usina de rumores que daban al español como
el que seguiría el camino del suspendido Scotiabank. "Nos hacen el mismo
juego que perjudicó al Galicia", advirtió la fuente a Página/12. Algunos
especialistas, incluso, perciben que la ofensiva de los estadounidenses es
una cortina de humo para ocultar problemas propios. Y ejemplifican: el HSBC,
con 250 millones de pesos, y el Citi, con 181 millones, son los bancos
privados que mayor cantidad de plazos fijos recibieron de las AFJP. Esto es
interpretado como un signo de debilidad (iliquidez), ya que las
administradoras invierten en aquellos bancos que les ofrecen mayores tasas
de interés. Otras fuentes señalaron a este diario que si el Central no
decretaba el feriado, el BankBoston hubiese quedado afuera del clearing.
Tiene que quedar en claro que la guerra entre los bancos no es para
beneficiar al cliente sino para hacer más y mejores negocios. Por estas
horas, por caso, el ABN Amro está ejerciendo una fuerte presión sobre
funcionarios del Central para administrar el fideicomiso del suspendido
Banco General de Negocios, a pesar de que un contrato rubricado hace una
semana otorga esa función al local Finansur.

En la guerra, y en voz baja -como gusta hacer a los banqueros-, españoles y
estadounidenses se culpan mutuamente por la crisis. Los norteamericanos
argumentan que los ibéricos se sobreexpandieron y que quisieron mantener
altas rentabilidades aun a costa de un Estado que se desbarrancaba
paulatinamente, sin medir las consecuencias finales. Los españoles, en
cambio, alegan que el Citi y el BankBoston son especialistas en crecer en
medio de las turbulencias. Y los culpan de agitar la situación de la
Argentina hasta que se les fue de las manos. Hay algo en lo que ambos bandos
coinciden: minimizar al máximo la banca pública.


Nello

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