Jin Lobe: Kissinger ha approvò la repressione in argentina...




28 de marzo del 2002


Henry Kissinger aprobó la represion en Argentina y la invasión de Timor
Oriental por parte de Indonesia

Jin Lobe
IPS

Henry Kissinger aprobó la represión ilegal contra opositores de la última
dictadura militar de Ar-gentina (1976-1983) cuando era secretario de Estado
de Estados Unidos, según documentos de inteligencia desclasificados.

En conversaciones con su par argentino, Kissinger dijo que Washington
respaldaba los esfuerzos de la junta militar para solucionar "el problema
terrorista", de acuerdo con los documentos que fueron estudiados por los
periodistas Martin Edwin Andersen y John Dinges.

Asimismo, los esfuerzos del entonces embajador de Estados Unidos en Buenos
Aires por reducir la represión fueron frustrados por la renuencia de
Kissinger a respaldarlo.

Un informe preparado a solicitud de autoridades democráticas argentinas
responsabilizó a la dic-tadura de la desaparición de unas 9 mil personas,
pero las organizaciones de derechos humanos aumentan el total de
desaparecidos a 30 mil.

"El mensaje de Washington a la dictadura de Argentina y de otros países
sudamericanos fue, en el mejor de los casos, ambiguo, y, en el peor,
promotor de violaciones a los derechos humanos", afirmó Dinges, quien
escribió sobre la represión en Argentina y Chile para el diario The
Washington Post.

Los nuevos documentos fueron desclasificados en medio de una creciente
controversia sobre la política exterior de Estados Unidos dirigida por
Kissinger en los años setenta. Kissinger fue ase- sor de seguridad nacional
del presidente Richard Nixon, luego su secretario de Estado y finalmente
desempeñó ese mismo cargo en la administración de Gerald Ford, tras la
renuncia de Nixon en agosto de 1974 por el escándalo de Watergate.

El ex secretario de Estado, quien dejó su cargo cuando Jimmy Carter asumió
la presidencia en enero de 1977, es un influyente analista de política
exterior y consultor de numerosas empresas multinacionales con inversiones
en el extranjero. El periodista Christopher Hitchens afirmó en un libro
publicado el año pasado que Kissinger debería ser juzgado por crímenes de
guerra y contra la humanidad por su papel en la formulación de las políticas
de Washington hacia Vietnam, Chi- le, Argentina, Chipre e Indonesia entre
1969 y 1977. Documentos desclasificados en los últimos dos años agregaron
argumentos a las acusaciones contra Kissinger.

El pasado diciembre, por ejemplo, documentos obtenidos por el independiente
Archivo de Segu- ridad Nacional, de la Universidad George Washington,
confirmaron que Ford y Kissinger dieron luz verde al dictador indonesio Alí
Suharto para invadir Timor Oriental en diciembre de 1975.

"Es importante que lo que sea que haga se imponga rápidamente", dijo
Kissinger a Suharto, se- gún un memorando del Departamento de Estado sobre
la conversación, mantenida en Yakarta.

Fuerzas indonesias invadieron la antigua colonia portuguesa al día siguiente
y mataron a un tercio de la población de Timor Oriental en los cinco años
posteriores.

Kissinger fue llamado a declarar en varios juicios presentados por víctimas
o fa miliares de víc- timas de la tortura, las desapariciones y los
asesinatos a manos de regímenes militares de Améri-ca Latina, incluida
Argentina, a mediados de los años setenta.

Las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay
estuvieron vinculadas entre sí por la Operación Cóndor, una red de
inteligencia para alcanzar a los enemigos de los go- biernos militares en
cualquier punto de la región e incluso en el exterior. El año pasado,
Kissinger salió de París repentinamente, en un aparente intento por evitar
la citación de un juez de esa ciu- dad que investigaba la desaparición de
cinco ciudadanos franceses en Chile luego del golpe de Estado respaldado por
Washington contra el presidente socialista Salvador Allende, en 1973.

Los nuevos documentos, que son materia de un artículo de Andersen y Dinges
publicado en la úl- tima edición de la revista semanal Insight (una
publicación de la Iglesia de la Unificación, dirigi-da por el reverendo Sun
Myung Moon), se refieren a hechos ocurridos entre junio y octubre de 1976.
Los documentos abarcan la controversia entre Washington y el entonces
embajador en Buenos Aires, el difunto Robert Hill, respecto del mensaje a
transmitir a la junta militar argenti-na, específicamente a su primer
canciller, el almirante César Guzetti. Kissinger se reunió por primera vez
con Guzetti en junio de 1976, luego de una conferencia ministerial de la
Organiza-ción de Estados Americanos (OEA) en Santiago de Chile. En ese
entonces, la represión en Argentina estaba en su punto máximo, con unas 800
desapariciones por mes.

Cuando Guzetti planteó el tema de la represión, Kissinger se limitó a
preguntar cuánto tiempo más duraría y la aprobó tácitamente cuando el
canciller le dijo que terminaría a fines de ese año, según un cable de un
asesor de Carter sobre derechos humanos referente a una conversación con
Hill.

En los meses siguientes, Hill aseguró a Guzetti que Washington no toleraría
más atrocidades de la junta. En la víspera de un viaje de dos semanas del
canciller argentino a Washington, a fines de septiembre, el embajador envió
un cable a sus superiores al respecto. "Asesinar sacerdotes y dejar 47
cadáveres en la calle en un solo día no puede interpretarse como un esfuerzo
por derrotar al te-rrorismo rápidamente. Por el contrario, tales actos
pueden ser contraproducentes", advirtió Hill. Pero el gobierno estadunidense
no respaldó esa advertencia durante la visita de Guzetti a Was-hington,
donde se reunió en forma separada con Kissinger, con el entonces
vicepresidente Nelson Rockefeller y con el principal asesor de Kissinger
sobre América Latina, Harry Shlaudeman, según un cable posterior de Hill.

Guzetti partió hacia Washington "preparado para advertencias directas y
firmes sobre las prácti- cas de derechos humanos de su gobierno, pero en
cambio volvió radiante, convencido de que no había problemas con Estados
Unidos sobre ese tema". El entonces canciller argentino afirmó que Kissinger
le expresó su voluntad de "ayudar a Argentina" y que, si "el problema
terrorista termi-naba para diciembre o enero, se evitarían graves problemas
con Estados Unidos", informó Hill, en lo que Shlaudeman luego llamó una
"dura crítica" al papel de Kissinger.

Shlaudeman replicó que Guzetti pudo haber malinterpretado su mensaje en la
reunión que tuvo con él debido a su "escasa comprensión del inglés" o a su
deseo de "oír sólo lo que quería oir", pero no ofreció ninguna excusa sobre
el resultado de las reuniones con Kissinger y Rockefeller.

"En estas circunstancias", escribió a Hill, "concuerdo en que los argentinos
deberán tomar sus propias decisiones y que no servirán de nada nuevos
mensajes o exhortaciones de nuestra parte".

El mensaje de Kissinger a Guzetti fue si milar al transmitido al dictador
chileno Augusto Pino-chet en la reunión de la OEA en junio de 1976.
Kissinger expresó reiteradamente al general Pino-chet el respaldo de
Washington a su junta y al "derrocamiento del gobierno de tendencia
comunista", según un memorando de la reunión obtenido y publicado hace 18
meses por el Ar- chivo de Seguridad Nacional. Asimismo, le dijo que las
preocupaciones de Washington sobre los derechos humanos en Chile se
limitaban a algunos sectores del Congreso y no eran compartidas por la
administración de Ford.

Cuando Pinochet se quejó de los esfuerzos del ministro de Defensa exiliado
de Allende, Orlando Letelier, por persuadir al Congreso estadunidense de
retirar su respaldo a la junta, Kissinger ad-virtió la existencia de "una
campaña mundial de propaganda comunista". Letelier fue asesinado junto a una
colaboradora suya en el centro de Washington, el 21 de septiembre de 1976,
tres me-ses después de la conversación de Kissinger con Pinochet y pocos
días antes de la visita de Gu-zetti a Washington.



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Martin E.Iglesias     martinerrico at libero.it
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³Cadauno de nosotros somos el ladrillo de nuestra futura casa....²
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(Dalla Campagna NoNobel - http://www.peacelink.it/tematiche/latina/nobel/)