ARGENTINA:Empobrecimiento y caos




Viviana Alonso y Mario Osava

BUENOS AIRES, 30 ene (IPS) - La hecatombe de Argentina está asociada al
hundimiento del régimen de acumulación financiera que se implementó durante
la dictadura militar (1976-1983) y se hizo "más profundo" en los años 90,
según el economista Claudio Lozano, vinculado al movimiento sindical.

"Una acumulación financiera que se hizo sobre el Estado, que fue una
permanente fuga de recursos al exterior y permitió a los agentes
económicos -bancos, grupos empresariales- obtener grandes ganancias", dijo a
IPS Lozano, director del Instituto de Estudios y Formación de la Central de
Trabajadores Argentinos.

También Raúl Bernal Meza, profesor de la Universidad de Buenos Aires, se
remonta al golpe de Estado de 1976 para analizar el colapso social y
económico de Argentina.

Veinticinco años de neoliberalismo extremado explican cómo un país que fue
tan rico como Argentina pudo llegar al caos que vive desde diciembre, señaló
Bernal Meza a IPS.

Y Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del
Tercer Mundo, de Bruselas, sostuvo que, "contrariamente a una idea
proclamada por algunos sectores, no hubo una verdadera ruptura en la
política económica (argentina) después de la dictadura".

Argentina "ha sufrido una regresión como potencia industrial periférica y
hoy, la mayoría de la población vive peor que hace 30 años", afirmó
Toussaint, miembro del consejo internacional preparatorio del segundo Foro
Social Mundial, que se celebrará desde este jueves al 5 de febrero en la
ciudad brasileña de Porto Alegre.

"Los pagos de la deuda argentina (suspendidos a fines de diciembre) han sido
un formidable mecanismo de transferencia de la riqueza producida por los
asalariados hacia los dueños del capital", sean éstos "argentinos o
residentes en los países industrializados, comenzando por Estados Unidos y
Europa occidental", agregó.

En Argentina, "la pobreza por ingresos supera a la estructural. Más de 70
por ciento de los pobres son pobres por sus ingresos", advirtió Lozano.

"El sistema financiero actuó como marco para acumular deuda contra el
Estado", mientras se verificaba "un proceso sistemático de desigualdades,
que fue incrementándose en los últimos 25 años", indicó.

La deuda pública argentina suma 147.000 millones de dólares, según
información extraoficial. El último informe público del Banco Central se
remonta a junio, cuando el monto era de 132.000 millones, o 45 por ciento
del producto interno bruto.

"En 1975, la población de Argentina era de 23 millones y había dos millones
de pobres". En 2001, la población creció a 36 millones, según el censo, "y
los pobres son casi 15 millones", observó Lozano.

"La crisis es política, económica y social. Hay un colapso político, porque
el sistema político tradicional carece de una oferta creíble" frente a la
población, agregó.

El modelo aplicado en Argentina tuvo la forma de un "capitalismo salvaje",
distinguiéndose del brasileño, más blando, y del chileno, donde "el Estado
ejerce fuerte regulación", dijo por su parte Bernal Meza.

El contraste se nota especialmente en la deuda externa. En Brasil, 80 por
ciento del endeudamiento se convirtió en "obras civiles concretas", como
infraestructura de energía y telecomunicaciones e industrias, y "20 por
ciento se perdió en fuga de capitales y corrupción", comentó el
investigador.

Mientras, en Argentina, casi nada se construyó con los préstamos externos y
se fugaron cerca de 150.000 millones de dólares en menos de tres décadas,
destacó.

El llamado "corralito", la retención de los depósitos bancarios, es
perverso, porque incauta el dinero de los pequeños ahorristas, de "las
familias, los profesionales, los pequeños y medianos empresarios", dijo
Bernal Meza.

Su objetivo es proteger a los bancos, que no tienen dinero disponible porque
liberaron créditos a "1.500 empresas pertenecientes a los mismos grupos
propietarios de los bancos y que pudieron así hacer la fuga de capitales al
exterior".

Todo eso ocurrió gracias a "una alianza de los partidos políticos con el
gran capital financiero que permitió en Argentina el modelo neoliberal, la
convertibilidad (el régimen de cambio fijo eliminado a principios de este
año), la fuga de divisas y ahora el corralito", según Bernal Meza.

Se asiste a "una crisis de hegemonía", pues "no hay quien conduzca la nueva
etapa", expresó Lozano. "No hay una salida que integre a todos los
poderosos. Los bancos y las empresas privatizadas, por un lado, los grupos
exportadores, por el otro, no logran sintetizar su propio interés".

"Hay un conflicto de interés entre los poderosos, que no se ponen de
acuerdo, y por otro lado, crece el movimiento social, que hoy se expresa con
autonomía respecto del poder político y económico", dijo.

Así mismo, "la capacidad de control de los partidos políticos tradicionales
ha disminuido y, en síntesis, hay una crisis espectacular de hegemonía",
afirmó el economista.

"Se está terminando un régimen, pero nadie sabe cuál es el que le sigue. Las
clases dominantes no tienen propuestas, y quienes se están movilizando en
las calles no tienen todavía opciones para presentar", concluyó Lozano.

En opinión de Toussaint, "haría falta que la presión ciudadana" llevara al
gobierno de Eduardo Duhalde "a adoptar una posición firme de manera
prolongada" frente a los acreedores. También sería necesario realizar
"reformas económicas que favorezcan un reparto progresista del ingreso
nacional, con una política fiscal redistributiva".

Es preciso "organizar la vuelta al dominio público de las empresas
privatizadas y dar primacía a los acuerdos Sur-Sur respecto de la relación
comercial con Estados Unidos vía el ALCA (Area de Libre Comercio de las
Américas)", recomendó.

Y romper los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional. "Esta ruptura no
entrañaría ningún daño, al contrario, podría ser beneficiosa para
Argentina". Para la población y los movimientos en que ésta se organiza,
"podría ser una oportunidad", a juicio de Toussaint.

Nello

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