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Fw: [ATTAC] INFORMATIVO 121 - La crisis argentina
- Subject: Fw: [ATTAC] INFORMATIVO 121 - La crisis argentina
- From: "Nello Margiotta" <animarg at tin.it>
- Date: Mon, 7 Jan 2002 23:21:26 +0100
EL GRANO DE ARENA Correo de información ATTAC n°121 Miercoles, 02/01/2002 4. Argentina: 4.1 Reflexiones sobre la crisis Susana Merino ATTAC-Argentina Nadie podría demostrar en estos días que las espectativas generadas por las recientes movilizaciones populares están en camino de encontrar respuesta. Existen causas profundas, especialmente agravadas a lo largo de muchos años, que no podrían ser revertidas, desde luego, en los escasos días transcurridos desde el 19 y 20 de diciembre próximopasados. Sería absurdo pretenderlo, pero el problema no reside en la celeridad de los cambios sino en el sentido mismo en que se pretende solucionar los problemas de una sociedad que ha venido soportando casi con estoicismo el embate de las políticas, de todo orden, que generaron la crisis. El nuevo gobierno, bajo la máscara de un engañoso populismo está intentando apenas mitigar la fiebre sin investigar ni siquiera plantearse la necesidad de atacar las verdaderas causas de la enfermedad. Ni por desconocimiento, ni por ignorancia, desde luego, sino por la errónea y astuta convicción de que es posible acallar el clamor popular con medidas superficiales equivocadamente dirigidas a mantener el "status quo" y a prolongar con meros paliativos una situación que exige tomar el toro por las astas. No se trata solo de mal resolver problemas económicos, ni de disfrazarlos con planes asistenciales que rondan lo miserable y que atentan contra la dignidad humana mientras permanece intacta la acumulación de riquezas desaprensivamente tolerada durante varios lustros. Nadie ha cuestionado ni denunciado judicialmente a quienes siguen disfrutando impunemente de bienes malhabidos y que aun permanecen en las esferas del poder o rondan los despachos gubernamentales en la búsqueda de renovados privilegios. En rigor de verdad nadie aunque quisiera podría hacerlo ante una justicia igualmente contaminada de corrupción cuyos miembros mantienen una descarada permanencia en los mas altos estrados. Dos enormes corrientes de expectativas han circulado en los últimos tiempos por las arterias sociales del país. La primera fruto de la más ignominiosa situación de pobreza de sus clases más desprotegidas. La segunda acuciada por el creciente deterioro de las condiciones de vida de una clase media honestamente empeñada en vivir del fruto cotidiano del trabajo productivo, día a día transformado en algo cada vez menos sustentable y más escaso. La primera desembocó espontáneamente en los reiterados cortes de rutas, penosamente sobrellevados por miles de desamparados, con el único objetivo de poder sobrevivir apenas y finalmente en el asalto a los supermercados y a toda suerte de negocios capaces de proveer un sustento mínimo e indispensable a sus ya de por sí magras existencias. La segunda en los múltiples "cacerolazos" con que despertó la conciencia colectiva de la prolongada y pacífica inercia instaurada por la dosis de individualismo fomentada en su seno a lo largo de muchas décadas. Si bien no existe un límite bien diferenciado entre los orígenes de ambas reacciones no es difícil percibir que aunque confluyentes fueron diferentes las motivaciones que las generaron, pero lo que es más grave es que tanto en una como en otra no existe aún el reconocimiento de que ambas proceden de una matriz común, el sistema neoliberal que nos gobierna y que en consecuencia se corre el riesgo de ver acallada provisoriamente parte de la protesta y dilatar "sine die" la verdadera solución de los problemas. No por casualidad se ha abordado aceleradamente, aunque no acertadamente, la instrumentación de respuestas destinadas a cubrir las primordiales necesidades (lo que no está mal) de las poblaciones marginadas. Y no las califico de excluidas porque a estas alturas creo que cabe considerar excluido al mayor porcentaje de la población y no solamente a una fracción menor. Resulta particularmente sugestivo que no se mencione el fortalecimiento del estado para que pueda cumplir con obligaciones fundamentales que le fija nuestra Constitución, largo tiempo y progresivamente abandonadas, y que contrariamente se aniquilen o se disuelvan los organismos encargados de velar por aspectos tan irrenunciables como la salud y la educación. Por el contrario la propuesta descentralizadora, más por inoportuna que por descentralizadora, debiera ser motivo de un muy amplio debate para no correr el riesgo de profundizar las diferencias y el ya traumático deterioro de los niveles regionales y locales tanto en materia de educación como de atención de la salud. Por otra parte no debiera dejar de considerarse el riesgo de que a pesar de tratarse actualmente de un pueblo casi pobre de solemnidad, el debilitamiento de las estructuras de protección de la salud pública pueda ser objeto en un futuro no demasiado mediato de la voracidad de los capitales que presionan para la definitiva y total privatización de los sistemas de salud y si cabe también de educación. No voy a entrar a analizar temas como la prevista emisión de un nuevo signo monetario por carecer de conocimientos que me permitan opinar sobre la misma con cierta seriedad pero pareciera a todas luces sospechosa la inclusión de una nueva moneda sin un respaldo solvente, pero que por sobre todas las cosas sospechada de intentar disimular una enmascarada devaluación, devaluación que sin haber sido aún puesta en marcha está provocando ya más problemas que los que intenta resolver: desabastecimiento, aumento de precios y otras maniobras especulativas que no demasiado inesperadamente comienzan a asomar por lo menos en áreas tan críticas como la de los medicamentos. Tampoco es un tema menor el de la recuperación de la ética política. No son pocos los que siguen representando a una sociedad que los ha descalificado y sobre cuyos hombros pesan muchos de los desaciertos, por llamarlos de una manera prudente que nos han llevado a este proceso de desmantelamiento nacional. Tanto los hombres y mujeres ungidos como parlamentarios como los que detentan el poder de la justicia debieran revalidar sus títulos y demostrar que son dignos de continuar desempeñando las funciones que la ciudadanía les ha delegado. Casi ninguno está exento de culpas y solo los que fueren capaces de mostrar una trayectoria digna de la confianza popular debieran mantenerse en sus cargos. Los que no, no solo deberían ser despojados de sus atribuciones sino que también deberían ser condenados a algo más que a la vindicta pública. Y lamentablemente en estos momentos son muchos los que habiendo sido considerados por la opinión generalizada como moralmente ineptos asoman con absoluta desfachatez en los círculos del poder o permanecen arteramente ocultos tras bambalinas esperando que llegue el momento de poder volver impunemente a la superficie. Necesitamos una nueva clase política, una clase política sin compromisos con el pasado, pero por sobre todas las cosas consciente de que su representatividad procede de la voluntad popular y de que solo a ella debe responder, una clase política que surja de la mayor, más inédita y posible participación popular, cuya presencia en la vida cotidiana no sea esporádica sino protagonista permanente en las decisiones que la conducción de la nación exija. Talvez así podamos reconstruir el país, recuperar la confianza en un futuro mejor y restablecer la convivencia ciudadana en solidaridad y en paz. Más información: www.attac.org/argentina 4.2. ¡Vamos, vamos! ¡Vamos, que ganamos! Por Carlos Debiasi* Este es un llamado a la unión nacional, que no es un pedido de misericordia o algo similar. Es un llamado para crear una nueva Argentina en el respeto de la Constitución Nacional y de las pocas instituciones que nos han dejado los tristemente celebres políticos de los últimos veinte años. Esto es una obligación de todos, sin ninguna distinción. La política como en la época de nuestros padres y abuelos ya esta muerta. No más charlatanes ni delincuentes disfrazados de caudillos. No más agentes extranjeros disfrazados de salvadores. Todos los argentinos deben participar y no de la misma manera como hasta ahora lo han hecho, con elecciones ordinarias, siempre escamoteadas. En este juego ya perdimos y perderemos siempre si no se hacen las modificaciones necesarias. El actual tipo de democracia resulta completamente inepta en las actuales circunstancias. Debemos trabajar conjuntamente con el Presidente Constitucional y también con los pocos políticos de diferentes tendencias que por milagro estén libres de toda sospecha. Primera condición que el pueblo junto a los partidos deben exigir. Es hora ya de crear en este momento de la historia que vivimos. No hay que dejar la dirección de la política nacional a los únicos políticos, porque como cada argentino sabe, la política es un tema demasiado serio para que los políticos sean los únicos responsables. Ahora que ya no hay más miedo en Argentina el pueblo debe organizarse, no contra nadie, sino por el país. La Argentina fue destruida por delincuentes que todavía se creen con derecho a seguir con su funesto trabajo. Proponer soluciones y trabajar para impedirlo es más que un deber para el pueblo. Los acontecimientos de los últimos días deben ser el principio y no el fin. La meta ahora es la resurrección de la tradición de autonomía y de solidaridad que siempre nos ha caracterizado y que debe imponerse a los dogmas caducos, nacionales o extranjeros. Es un deber humano organizarse y levantar la resistencia a la invasión de todos eso vampiros inmundos. El pueblo debe organizar una constituyente. Primero por barrios, luego por ciudades, para terminar por provincias como en 1816. El grupo final debe remplazar a todos los diputados y senadores que no sean capaces de mostrar una integridad moral, judicial y patriótica suficiente para vivir estos momentos históricos que se están viviendo en Argentina. Nuestro pueblo que una vez más está mostrando el camino a todos nuestros hermanos de América debe estar orgulloso y seguir en ese camino que a que lo ha llevado la intuición. Su determinación nos llena de satisfacción, porque tuvimos mucho miedo que la voluntad popular estuviera definitivamente muerta. Por suerte este no es el caso, por eso cada grupo debe tirar del carro de la libertad en el mismo sentido. La sociedad argentina toda junta debe crear sus propios anticuerpos y rechazar todo lo que no sea viable. Una "Coordinadora del Pueblo Constituyente" debe concretar el renacimiento. El precio que ya hemos pagado es suficiente y lo justifica. Nuestra obligación como pueblo soberano es tomar las riendas de la situación con las instituciones y en el marco de la ley, para crear el nuevo país que merecemos. Esto ya no puede esperar más. Resistir fue el acto salvador, ahora hay que poner la basura en la vereda y luego el orgullo de ser volverá de nuevo a nuestros corazones. Hagámoslo con la gente que merece respeto, que sean políticos, notables o simples ciudadanos. Ya no hay más nada que esperar, salvemos lo poco que queda y empecemos de nuevo a reconquistar ese futuro, el nuestro. *Carlos Debíasi es un argentino de ATTAC-Francia y asiduo colaborador de El Grano de Arena ______________________________ UTOPÍA ____________________________________________________________ No te alejes, no me dejes Creo en ti todavía Hazme feliz, utopía. Como dijo el poeta, voy caminando. Dime, dónde están mis hermanos de sueños, ayúdame a encontrarlos. Sólo así habitaremos tu suelo. Espérame, no me dejes. Aprendí en la casa paterna que con solidaridad fraterna habrá también para mí un mundo mejor. Abrázame, no me dejes. La utopía no es igual para todos. Hay una para los pobres, otra para los ricos, los poderosos. Sé que mis hermanos están en muchas partes, junto a las ciencias y las artes "porque a cualquiera que dado mucho fue mucho será vuelto a demandar de él" Desintegración y una integración novedosa para una nueva armonía. Armonía entre utopía y antiutopía para una nueva utopía. Convivir con el orden del pasado y el desorden del presente. Encontrar el hilo de Ariadna de la complejidad, para una nueva utopía. No estás en el horizonte: te llevamos en nuestros corazones. No es la distancia la que nos separa, es la hidra de siete cabezas. Como dijo el poeta, voy caminando. Con mis amigos de ilusiones, voy caminando. Aún arrastrando los pies, voy caminando. Hasta alcanzarte, utopía, seguiré caminando. Isaac Bleger ATTAC-Argentina
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