Buon Natale e un felice anno nuovo!



Hola Peacelink,
Ti mando tanti cari auguri di Buon Natale e un felice
anno nuovo con le parole di Gustavo Gutierrez che si
appresta a ritornare a Lima come domenicanto, libero
dall'autoritarismo di Mons. Cipriani.
Ho scritto anche una riflessione sul Natale
latinoamericano a partire dal Niño Jesus, bambino
lavoratore, figlio di un falegname: la puoi incontrare
nella pagina web:
www.selvas.org/LetteraNatale2001.html

Salutoni latinoamericani
cristiano morsolin da Lima (Peru)

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...GLOBALIZZIAMO LA SPERANZA...
...... insieme ai movimenti NATs dei ragazzi
lavoratori organizzati dell'America Latina...

Cristiano Morsolin, E-mail: utopiamo at yahoo.it
SELVAS: www.selvas.org
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NAVIDAD: VIDA Y LUZ - Gustavo Gutiérrez
Navidad es la fiesta de la esperanza. Celebramos un
nacimiento, una vida que comienza; un don que es al
mismo tiempo una promesa, y que como tal se abre al
futuro, mira hacia adelante.

Pero, lo sabemos, se trata del nacimiento de Jesús en
el corazón de la historia y en el de cada uno de
nosotros. “Tanto amó Dios al mundo que le envió a su
propio Hijo”, dice el evangelio de Juan, esa es la
razón por la cual “el Verbo se hizo carne”. Estamos
ante un gesto de amor, un ofrecimiento de amistad que
espera una respuesta. Jesús no entra en la historia
para sacarnos de ella, para invitarnos a habitar en un
paréntesis, o en una nube, sino en medio de las
terrestres angustias y sufrimientos, esperanzas y
alegrías de todos los días. Lo hizo, más bien, para
dar intensidad y pleno sentido a nuestra convivencia
social. La Biblia no se cansa de decir que no podemos
separar la relación con el Dios de nuestra fe y la que
tenemos con las personas de nuestro mundo,
especialmente los pobres y marginados. La Navidad,
lejos de proponernos un olvido –aunque sea temporal-
de las circunstancias históricas en que nos
encontramos, es una invitación a leer en profundidad
lo que está en juego en ella.
De una Navidad...
Traicionaríamos, en consecuencia, la significación de
la Navidad si la desligamos del momento que vivimos en
el país. El mismo evangelio, citado líneas arriba, nos
recuerda que en el Verbo, que se ha hecho carne, “está
la vida”. Toda la vida, ninguna de sus dimensiones
escapa al Hijo de Dios que se hace historia, uno de
nosotros. Navidad es la celebración del don de la
vida. ¿Qué significa hacerlo en medio de un pueblo
cuya pobreza se ha acrecentado y que araña la tierra
para poder vivir?
El año pasado, ella tuvo lugar en un momento crucial
de la vida del país, en un clima creado por el
derrumbe de un aparato político corruptor que minaba
las bases mismas de la vida en sociedad, que supone un
respeto mínimo por la dignidad del ser humano y por
sus derechos más elementales: la vida y la libertad.
Eso fue lo que tuvimos y no simplemente –importa ser
claro sobre el asunto- un régimen basado en una opción
política, con la que se puede legítimamente estar de
acuerdo o no. Ese penoso periodo de nuestra historia
empeoró la endémica situación de muerte prematura e
injusta que significa la pobreza, con el agravante de
la sistemática destrucción de las pocas instituciones
que, de una manera u otra, protegen a los ciudadanos
de los abusos del poder. La recuperación de un
ambiente social respetuoso de las personas que
permitiera dar los primeros pasos en la construcción
de una sociedad justa, supuso tiempo y enormes
esfuerzos en una gran parte de la población. No
faltaron quienes dejaron sus vidas en ese proceso, por
ello -y por muchas razones más- nadie puede
proclamarse propietario privado de ese combate por la
justicia y la vida.
... a otra          
Todo ello estuvo vivamente presente en la Navidad del
año anterior, porque la situación que comenzaba a
superarse afectaba particularmente a los pobres y
maltratados a los que Jesús amó de modo preferente.
Pero si retomamos el texto del evangelio de Juan
leemos que si bien el Verbo es vida, también es luz
para los hombres y mujeres de este mundo: “luz que
brilla en las tinieblas”. Su presencia y su mensaje
deben iluminar nuestro presente y hacer retroceder la
oscuridad en la que se mueve el tenaz propósito por
conservar o recobrar privilegios que resultan en la
opresión y el olvido de los más débiles de la
sociedad. Lo estamos viendo en estos días, con un
desparpajo que, pese a todo lo vivido en este tiempo,
todavía nos asombra. No bastan, por eso,  líricos
llamados –por bien intencionados que sean- al
entendimiento entre todos los peruanos con motivo del
clima navideño. El mensaje bíblico es neto en decirnos
que no hay auténtica paz, ni verdadera reconciliación,
sin justicia. Y, por consiguiente, sin un firme
compromiso por construirla. La lucidez en medio de las
sombras que amenazan una frágil e incipiente
convivencia democrática, se impone para impedir que
los más pobres sigan siendo los postergados de
siempre.

La pobreza y la marginación de tantos en el país no
quitará sentido a la alegría de Navidad, si la luz de
este día nos hace, igualmente, ser vigilantes en la
defensa de sus vidas y derechos. 

 




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