Argentina: comunicato del partido obrero



El pueblo dice fuera De la Rua-Cavallo
Asamblea constituyente - Asambleas populares

Durante el miércoles se desarrolló en Argentina una auténtica rebelión
popular.

Una rebelión popular que es el producto directo de toda la incapacidad del
régimen dominante para garantizar las condiciones elementales de
subsistencia del pueblo.

Una rebelión que es la consecuencia de un largo proceso de crisis política y
de descomposición económica *tan largo que alguien lo calificó como "el más
lento" de la historia. Es decir, un proceso que agotó una paciencia popular
que parecía infinita.

La rebelión ha sido engendrada por todo un desarrollo histórico. No es un
capricho, ni un complot: es una culminación de la completa incapacidad de la
burguesía nacional para dirigir el país y el resultado más acabado de un
largo saqueo imperialista.

La gigantesca rebelión que se desarrolló el miércoles 19 fue atizada, al
final, por el congelamiento de los depósitos bancarios, decidido para salvar
a los grandes bancos de la quiebra y como un recurso último para seguir con
el pago de la deuda externa. Estas últimas medidas provocaron miles de
despidos y suspensiones, la indisponibilidad de los salarios, el cese del
pago a los trabajadores informales o en negro y la bancarrota de la escasa
asistencia social del Estado.

Los supermercados no solamente representan a los monopolios alimentarios;
son también los mayores explotadores de la juventud y de la mujer; han
llevado a la ruina a una enorme cantidad de pequeños comercios.

Los Ruckauf, los Rozas, los De la Sota y los Sobisch, es decir todo el arco
patronal, pretendían que el pueblo se conformara con patacones, pero sin
capacidad de asegurar su valor. La rebelión puso al desnudo la completa
impotencia y la total inutilidad de los gobernadores que se llenan la boca
con el federalismo.

Los trabajadores no solamente fueron a los supermercados a tomar lo que les
corresponde. También marcharon con la consigna unánime de Fuera De la
Rúa-Cavallo. La consigna que, primero que nadie, el Partido Obrero señaló
que sería la consecuencia inevitable de toda la crisis de poder que se
estaba desarrollando.

El asalto a los supermercados estuvo marcado por una definida conciencia
política; todos los registros de la televisión muestran a las trabajadoras y
a los trabajadores diciendo claramente que pretendían con sus acciones
resolver, por sus propias manos, lo que ni éste ni el anterior gobierno
resolvieron *la alimentación y la vida de sus familias*; y que respondían
con sus actos al fracaso político del gobierno y al saqueo sufrido por el
país.

La movilización popular obligó a numerosas instituciones municipales del
Estado, a organizar la recolección y distribución de alimentos.

El pueblo se hizo cargo, por medio de la acción directa, de cobrarse el
"salario de empleo" que los centroizquierdistas sólo cacarean y hasta
presentan como la panacea de la transformación social.

Las manifestaciones populares no se agotaron en los supermercados; hubo
marchas docentes y de estatales; cacerolazos de comerciantes y
profesionales; huelgas y ocupaciones obreras; cortes de ruta; agitación
callejera. El país asistió a un movimiento multitudinario, en muchos casos
desesperado, pero inconfundiblemente popular y masivo. En muchísimos
barrios, las acciones fueron decididas en asambleas. En muy pocos casos
hubieron enfrentamientos o roces entre los manifestantes.

Abarcó a to-do-el-país!!

Puso al desnudo la completa incapacidad del Estado capitalista en todas sus
manifestaciones *nacionales, provinciales y municipales.

La policía combinó la represión, que se cobró la vida de numerosos
trabajadores, con "inteligencia" política para desviar la rebelión popular.
Al final, como en el cordobazo, se quedó sin balas *lo que refleja la
magnitud de la insurgencia del pueblo.

Los asaltos a los supermercados constituyen apenas un primer paso, porque es
indudable que la profundización de la crisis obligará a nuevas
movilizaciones, al inicio de nuevas etapas, a la lucha por objetivos
mayores. Esto demuestra que es falso que se haya producido un movimiento
inconciente: se han puesto de manifiesto las tendencias de una lucha cada
vez más conciente.

Mientras el pueblo explotado se levantaba en todo el país, la Cámara de
Diputados votaba... la cancelación de los superpoderes que ella misma cedió
hace pocos meses. No se levantó desde ninguna bancada una consigna política
alternativa y para nada la exigencia de echar al gobierno y convocar al
pueblo a que elija una Asamblea Constituyente. Cuando en ese mismo momento
el gobierno declaraba el estado de sitio, los diputados no lo derogaron sino
que pasaron a cuarto intermedio. Desde 1983, el Parlamento avaló todos los
estados de sito declarados por decreto y hasta las intervenciones federales
a las provincias, por ejemplo cuando se produjo el santiagueñazo (cuando el
Frepaso debutó, en 1993, votando la represión al pueblo).

El Congreso ni siquiera se animó a derogar el congelamiento bancario y la
intervención estatal de los bancos, apenas votó la disponibilidad de los
salarios, incluso sabiendo que el gobierno ya había ignorado un decisión
similar de un juez federal. El podrido parlamentarismo argentino no planteó
la cuestión del poder; está más lejos que nunca de la realidad política y de
las exigencias populares. No es capaz siquiera de exigir la expulsión de
Cavallo en forma abierta; lo está negociando entre bastidores como trofeo
que ayude a contener la rebelión popular.

La rebelión popular ha planteado la cuestión de echar al gobierno y producir
un giro político completo, que debe empezar con el cese del pago de la deuda
y la intervención estatal de los bancos y las AFJP. La oposición patronal de
peronistas y centroizquierdistas sólo es capaz de producir una devaluación
del peso y una disparada en espiral de toda la crisis. Planteará, a lo sumo,
un gobierno de "concertación", o sea que aplicará el libreto del FMI, que
viene exigiendo una "solución política".

El Partido Obrero plantea más que nunca que hay que echar a De laRua-Cavallo
y convocar a una Asamblea Constituyente. Pero para este objetivo es
necesario que la rebelión popular genere una autoridad política de los
explotados: las Asambleas Populares por barrio, provincia y nacional.

Llamamos a las organizaciones obreras a lanzar la huelga general contra el
estado de sitio, la derogación integral del ajuste, la nacionalización de
los bancos y el fin del pago de la deuda externa.


Nello

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