Messico: progetto di solidarieta' italiana in Chiapas



Se conjuntaron tecnología italiana e ingenio tojolabal
La solidaridad hizo llegar la energía eléctrica a La Realidad
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO (La Jornada)

La Realidad, chis. 5 de octubre. Finalmente La Realidad tiene electricidad.
Tomó más tiempo del esperado, pero ya se echó a andar la turbina llegada de
Italia, casi de mano en mano.

La solidaridad nacional e internacional que nace de otras experiencias de
resistencia civil es artesanal todavía, y la falta de recursos se sustituye
con kilos de buena voluntad, que siempre es eficaz pero en ocasiones lenta.

Y la luz se hizo, gracias al esfuerzo conjunto de numerosas alcaldías de la
República Italiana (donde aún no todo tiene la marca de Berlusconi) y un
grupo de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, acicateados
por los comités ¡Ya basta! y otros grupos italianos de solidaridad con el
movimiento zapatista. Y la participación constante de los hombres y jóvenes
de La Realidad.

El proyecto de electrificar esta remota comunidad tojolabal nació en 1996,
durante el primer Congreso Intercontinental o "intergaláctico", convocado
por el EZLN para resistir al neoliberalismo. A partir de entonces, y aun en
los peores tiempos de represión migratoria emprendida por el gobierno
zedillista, los "turbineros" italianos mantuvieron presencia en el
campamento civil por la paz de esta comunidad.

Después de varias fechas tentativas para su inauguración (por ejemplo, el
año nuevo de 2000), y tropicales percances con los transformadores que
retrasaban meses los trabajos, los electricistas del SME lograron empatar la
tecnología italiana con el ingenio tojolabal, y la comunidad estrenó la
electricidad justo a tiempo para enterarse de los atentados en Estados
Unidos y los anuncios de una guerra mundializada por el gobierno de
Washington.

Uno por uno, los postes de cemento y varilla fueron moldeados por muchachos
locales y técnicos del Distrito Federal y diversas ciudades italianas (Roma,
Nápoles, Venecia, Milán). El torrente del río, a un kilómetro del pueblo,
fue desviado para que generara la fuerza que necesitaba la turbina. Luego se
fueron "sembrando" los postes hasta las calles de La Realidad, para tender
dos kilómetros de cable y bajar a cada casa. Metáfora sobre metáfora, la
iluminación literalmente autónoma permite que la noche se pueble de decenas
de focos en las cocinas, las esquinas y el Aguascalientes, y también tener
los radios encendidos a lo largo del dÍa.

"¿Qué va a pasar con la guerra?", es la pregunta que hacen todos a la gente
que llega de fuera. No se pierden los pocos noticieros radiales que alcanzan
con sus frecuencias esta cañada. Como el resto del mundo, los indígenas,
pero hay muchas cosas que no entienden. A la impresión por los avionazos y
las víctimas civiles en Nueva York suman una certidumbre hija del sentido
común. Como dice Rubén: "De por sí nos estamos preparando para seguir en
resistencia". No es que apenas ahora sean "contemporáneos de todos los
hombres (según deseaba Octavio Paz para el México de los años 50). Ya lo
eran. Casi ocho años de rebelión y resistencia les han traído una ocupación
militar, y también la solidaridad y el acompañamiento de personas de todo el
mundo.

"En ese país, Afganistán, van a sufrir mucho las gentes, ¿verdad?", agrega
Rubén, quien ya conoce hasta el nombre de Afganistán. "Así como sufrieron
los de las torres que se cayeron", agrega con un gesto cargado de
comprensión. "Nunca supimos que los aviones podían ser bombas", dice,
recordando los años recientes, cuando los indígenas conocieron sobre sus
cabezas helicópteros y aviones militares, una presencia que poblaba las
pesadillas de los niños.

"Y para nosotros, ¿cuánto va a perjudicar esa guerra?", expresa Rubén.
Orgulloso, señala las luces encendidas en la noche nublada y lunar. La
electricidad es un hecho consumado, y aquí les da por pensar preferentemente
en el futuro. Es lo que han aprendido los zapatistas, y es lo que han
enseñado todos estos años.

La turbina permitió que La Realidad accediera a algo tan elemental, y ya
común en tantas comunidades rurales de esta región, como es el suministro
eléctrico. El esfuerzo de alcaldes, técnicos y activistas italianos, sumado
al de los electricistas mexicanos y los propios pobladores, culminó justo a
tiempo para sintonizar, ya sin necesidad de pilas, los nuevos
acontecimientos de la globalización, que para los zapatistas siempre ha
tenido un componente de guerra. Y un aliento de solidaridad y sentido para
su resistencia.

Nello

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